"Gyoyug"
Cuando estuve de directora de comunicaciones de una gran empresa de software de Cochabamba, me tocó ver de cerca la creación de un programa educativo cuyo objetivo era reforzar y rellenar los vacíos dejados por la enseñanza superior, entre los posibles trabajadores de esa empresa.
Varios años después, la situación no ha cambiado. La industria de la tecnología en el mundo demanda profesionales competentes en desarrollo de software, pero la educación media nacional no está aportando al logro de ese objetivo. Las matemáticas son temidas. Baldor no es precisamente el libro favorito de los estudiantes y solo un escaso porcentaje sale dominando el complejo mundo del cálculo y del álgebra. Y no se trata de complejidad sino de habilidad en enseñanza. El profesor Cristian Apaza, de Sucre, tiene más de un millón de seguidores en TikTok enseñando matemáticas de forma fácil y amigable en videos de un minuto. Tan lejos de la burocracia pedagógica del sistema actual.
Cuán lejos nos encontramos de Corea del Sur, muy preocupada por sus estudiantes. Para muestra basta un botón, un día al año, ese país cambia su rutina porque se aplican las pruebas de ingreso a las universidades y se toman medidas extraordinarias: la gente entra al trabajo más tarde, el mercado de valores abre con retraso y los aviones tienen prohibido despegar o aterrizar, todo con el objetivo de dar tranquilidad a los estudiantes.
Es el día de la Prueba de habilidad escolar universitaria (CSAT, por sus siglas en inglés) y es una de los exámenes estandarizados más rigurosos del mundo. Permite a los estudiantes acceder a las principales universidades del país, lo que a menudo conduce a mejores oportunidades de empleo. Es considerado “el examen para determinar tu vida”. Dura alrededor de ocho horas y se evalúan hasta seis asignaturas (coreano, matemáticas, inglés, historia nacional, una materia electiva y segunda lengua extranjera).
Cada año, cientos de miembros del personal de examinadores, desde los que escribieron y revisaron la prueba hasta el personal administrativo, son literalmente encerrados en un lugar no revelado. Esta medida, aparentemente excesiva, es para evitar filtraciones. Algo muy distinto a lo que practicó el “chanchullero” exministro Quelca.
Muchos argumentarán que Corea es una sociedad con altas presiones y espera mucho de los jóvenes y ciudadanos en general, pero también es cierto que gracias a este sistema, que se aplica desde 1994, ese país tiene excelentes profesionales, empresas muy desarrolladas y famosas mundialmente, como Samsung que está vinculada directamente al software.
Tal vez cuando seamos más honestos como país y sociedad, y dejemos de considerar que la educación se resume a un bono dos veces al año, y a libros con la vida del exlíder supremo en sus páginas, podremos vernos comparados frente al mundo, desarrollando estudiantes con habilidades globales, que puedan entender los desafíos del siglo XXI y proponer soluciones al respecto, y no seguir anclados en nuestros conflictos del pasado.
¿Te imaginas aplicar por un día, lo que Corea del Sur hace en el examen de ingreso a la universidad? Así es como comienzan las verdaderas revoluciones, no en las calles, sino en las aulas, con mentes preparadas especialmente para un país que no desarrolla talento humano, ya que su economía se basa en recursos no renovables y no en exportación de servicios. En palabras de Andy Mcintyre: “si crees que la educación es cara, intenta la ignorancia”. Y vaya que tenemos práctica en esto. Gyoyug es la palabra que significa educación, en coreano, tal vez la gran ausente de nuestras miserias.
La autora es periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER