¿Somos la envidia del mundo?
El inerte señor Arce no dijo que tuviéramos la segunda mejor economía del mundo. Dijo, en realidad, que ocupábamos el segundo lugar del mundo "en estabilidad económica", cosa que también es falsa y una completa estupidez, pero si vamos a criticar a nuestro abúlico presidente, mejor que sea con precisión y exactitud.
En cualquier caso, lo que sí me llamó la atención de esas declaraciones es eso de que "somos la envidia de muchos países" en cuanto a inflación. Parece un argumento de propaganda muy pobre y tosco... y, sin embargo, es uno que seguro puede funcionar entre los electores masistas y buena parte de la ciudadanía. Y eso es muy triste al final de cuentas...
Antes que nada, hay que decirlo, dudo mucho que el argentino promedio dedique mucho tiempo al ejercicio de envidiarnos, por nuestra inflación o por cualquier otra cosa, no creo que Bolivia ocupe los pensamientos cotidianos de chilenos, venezolanos, brasileños, etc. Puedo estar equivocado... pero nunca he visto o leído ningún titular en la prensa internacional que diga algo así como "Aumenta la tasa de envidia a los bolivianos en Singapur" o "Cientos de suizos mueren de envidia luego de visitar Bolivia".
Aun así, creo que la frase del señor Arce sobre la envidia tendrá mucho éxito entre sus electores, entre potenciales, resignados y convencidos.
Verán, he notado que para muchos compatriotas la envidia es un sentimiento fundamental y cotidiano, un eje en torno al cual construyen sus relaciones con el mundo y con los otros. ¿Nunca han conocido a nadie que viva pensando en lo que otros poseen y que estime que todo eso es "injusto"? Seguro que sí. Hablo de aquellos que se preguntan "¿por qué esa persona tiene lo que tiene?", en lugar de "¿cómo puedo yo alcanzar esa meta?"
Este sentimiento, la envidia, inspira probablemente buena parte del ideario igualitarista y de izquierda tan a la moda en este pobre país...
El asunto es que, para muchos, es una maravilla creer que otros países "nos envidian". Esta idea, sugerida por el señor Arce, ha generado sin duda un importante movimiento de simpatía entre los envidiosos porque, está claro, no les importa mucho estar mejor, en términos objetivos o verificables, o superar alguno de los innumerables problemas de este país. Lo que les importa es generar en otros o, mejor dicho, creer que generan en otros, esa envidia que tanto los atormenta.
Entonces, es muy probable que el señor Arce haya ganado adeptos con este cuento de que el mundo siente envidia de Bolivia. Creo que el señor, al igual que su predecesor, el eterno "discriminado", conoce bien los hilos que mueven el alma de los bolivianos. Es su regalo de Navidad a los eternos envidiosos.
Seguro que muchos sentirán algo parecido a la felicidad esta Nochebuena pensando en la envidia de los argentinos... Qué triste pasión es la envidia, ¿no es cierto?
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ