Una victoria de los monstruos
Leo que el Gobierno chino, dictadura admirada por gran diversidad de loquitos bolivianos, está seriamente preocupado por la posibilidad de una catástrofe demográfica en el mediano plazo. Y no es para menos: el año pasado nacieron en China apenas 9 millones de niños. No se observaba una cifra tan baja desde hace siglos, ni siquiera en lo peor de la última hambruna, causada en los años 60 por la ineptitud tozuda y criminal de los comunistas.
Lo curioso es que ese país defendió hasta 2016 una política totalmente opuesta. El Estado chino, un monstruo sin freno alguno, impuso durante décadas la llamada “política del hijo único”. Sólo autorizaba el nacimiento de un hijo por pareja.
La implementación de la política del hijo único se realizó de manera violenta y brutal. Y no sólo se trataba de amenazas, multas o castigos para los padres que no cumplieran la norma, también hubo casos de embarazos... finalizados a la fuerza (perdón por el eufemismo, me cuesta nombrar crímenes tan abyectos).
Con estos antecedentes, ¿habrá quien apruebe este tipo de políticas? ¿Seguirán obviando los efectos perniciosos y el costo humano de la ingeniería social?
En cualquier caso, el Gobierno chino acaba de darse cuenta de que no es tan sencillo pedir a las mujeres que tengan más hijos, así, sólo por patriotismo o por amor al partido. Hasta ahora ninguno de sus pedidos ha tenido efecto alguno en el comportamiento de las personas.
Los monstruos tuvieron tanto éxito con su odio a la infancia que ya no hace falta la violencia para conservar sus políticas... Me pregunto qué está pasando en nuestro país, ¿será que tienen el mismo éxito? Seguramente el censo nos dará algunas pistas. Por lo pronto, estoy seguro de que la caída global de la natalidad será un tema de preocupación y debate en los años venideros. A menos, claro está, que los monstruos sigan ganando en su cruzada contra la humanidad.
Columnas de ERNESTO BASCOPÉ