Las palabras de Manuel
Ha muerto el domingo 29 quien fuera presidente del Comité Cívico Potosinista, Juan Carlos Manuel Huallpa, quien estaba acusado, inicialmente, por el Ministerio Público de haber roto “dos vidrios” de un vehículo policial, según la orden de su aprehensión, aunque en audiencias posteriores, y a medida que avanzaba su proceso, lo procesaban también por la quema del Tribunal Electoral Departamental de Potosí, en las protestas contra el fraude de 2019, una querella en la que también está encausado el exdirigente cívico Marco Pumari, que guarda detención preventiva en el penal de Cantumarca.
Debido, precisamente, al “rigor” con que aplica la norma penal la fiscalía contra opositores y disidentes, el 9 de diciembre de 2021 Juan Carlos Manuel se declaró en la clandestinidad. Era usual que dirigentes políticos se declararan en la condición de clandestinos durante el oscuro período de las dictaduras militares, pero el líder cívico potosinista no tuvo más recurso que apelar a ocultarse en plena etapa democrática, que se caracteriza por la irrestricta vigencia y respeto a los derechos humanos y constitucionales, ante un acoso político-judicial que amenazaba con privarle de libertad.
Manuel padecía de diabetes, una enfermedad que precisa de supervisión médica y de fármacos para ser controlada, pero acceder a una orientación profesional en salud no es posible cuando hay el riesgo de una aprehensión, debido al inclemente lawfare; tampoco podía trabajar para ganarse el sustento diario, como han denunciado los cívicos de esa región. Murió el potosino Manuel bajo estas inhumanas condiciones: perseguido, en la clandestinidad y sin recibir auxilio médico para su crónica dolencia.
Bajo ese calvario, sin embargo, Manuel reflexionó, en una carta dirigida al pueblo potosino y boliviano, en diciembre de 2021, sobre las condiciones extremas a las que fue sometido por el poder.
Al referirse al accionar de sus perseguidores, Manuel afirma: “…se inventan procesos que ni siquiera sabemos de qué se trata, pero sabemos que no hemos hecho nada malo y que nuestra conciencia está tranquila, y nuestro Creador sabe que no hicimos nada mal”. Y asegura, con respecto a la situación política, que “…sería un pecado imperdonable que dejaríamos a nuestras futuras generaciones donde tenemos que garantizar la libre expresión, la democracia y la LIBERTAD (sic) de los bolivianos”. Un lúcido mensaje, que ahora es un legado para quienes defienden el Estado Constitucional de Derecho y la democracia.