León XIV y la alegría del Perú
Los peruanos que probablemente están acostumbrados a las malas noticias, así como muchos de los bolivianos y buena parte de la humanidad, ahora tienen una gran alegría: un papa peruano por elección.
El cardenal Robert Prevost Martínez, que se forjó como misionero y formador de nuevos sacerdotes en Chiclayo, es el nuevo líder de la Iglesia católica y sucesor de Francisco, el papa argentino.
La elección del nuevo Vicario de Cristo mantuvo en vilo a los católicos casi por dos días, desde que se instaló el cónclave, el 7 de mayo, en la Capilla Sixtina, en el Vaticano. Fueron necesarias cuatro votaciones para elegir al nuevo pontífice. Se siguió la tradición de anunciar el resultado a través de la llamada fumata: blanca si hay un elegido y negra si la votación es insuficiente para ello.
Aunque el nuevo papa fue presentado como el primer pontífice de Estados Unidos, en el momento de su discurso se refirió con cariño, y en español, a los fieles de Perú y agradeció especialmente a Chiclayo. Así dejó claro el lazo que lo une con Latinoamérica y su realidad.
Robert Prevost Martínez, de 69 años, pasó una veintena de años, con interrupciones, en varias regiones del Perú recorriendo los barrios pobres y las comunidades alejadas a las que sólo se puede llegar en caballo.
Estas fueron sus palabras de despedida antes de partir, en enero de 2024, al Vaticano, ya que fue designado prefecto del Dicasterio para los Obispos en todo el mundo: “He venido como misionero hace casi 40 años. Trabajando como misionero en Chulucanas y luego más de 11 en Trujillo; y, ahora, luego de más de ocho años en Chiclayo; pues, doy gracias a Dios por tantas cosas que el pueblo peruano ha compartido conmigo, que hemos caminado unidos, hemos celebrado la fe, me han enseñado muchísimas cosas y como pastor sólo puedo dar gracias a Dios por haberme permitido trabajar aquí por tantos años”.
Aunque es raro tener grandes alegrías por estos lugares del mundo, con el caso del papa León XIV –más conocido por los católicos peruanos como padre Robert– es diferente, porque seguramente la realidad del Perú lo marcó profundamente y le permitirá dirigir a los 1.400 millones de católicos del mundo con una sensibilidad especial.
“Estamos felices”, afirmó el conocido escritor y periodista peruano Jaime Bayly, en sus redes sociales. Con esa expresión reflejó el tremendo orgullo que sienten los peruanos y los latinoamericanos, que generalmente no estamos acostumbrados a satisfacciones de magnitud planetaria.
La decisión del padre Robert de nacionalizarse peruano es interpretada por sus compatriotas como un acto de gratitud con el país que lo acogió por décadas de su vida. ¡Enhorabuena, tenemos un papa peruano!, un país con el que compartimos nuestra historia, nuestras raíces, y un poco el recuerdo del agustino antes de ser sucesor de san Pedro estuvo varias veces en Bolivia.