Lluvias bombardeadas
Pocas lluvias riegan algunas zonas de Bolivia y han sido motivo de noticias en los medios y en las redes sociales.
La población celebra la llegada del agua como buen augurio, pese a que llega el fenómeno de La Niña, que promete sequías y cambios de clima que azotaran más aún al país.
Dentro de todo, las políticas ciudadanas, comunitarias, estatales y demás no organizan con seriedad medidas preventivas para enfrentar lo que viene a corto plazo para Bolivia.
Las quemas, los loteamientos, el impresionante aumento de las áreas urbanas afectan tremendamente los cambios climáticos y aún no conocemos de planes de reforestación serios que puedan ayudar a combatir todos los desastres naturales.
Las consecuencias están en nuestras narices. Basta ir de paseo al valle alto, donde los bellos cerros —antes llenos de biodiversidad nativa— hoy parecen bombardeados por la irrupción de maquinaria que destroza la flora nativa para dar paso a cuadrículas para emplazar cuartos.
Los municipios avalan (la mayoría, de manera ilegal o aprobando sentencias poco claras) el cambio de uso de suelos.
¿Cuántos millones se están embolsillando loteadores y funcionarios públicos?
¡El tema es urgente de develar!
Mientras tanto, nos quejamos de la falta de lluvias y de agua, y las autoridades sólo atinan a “bombardear nubes” para causar unas pocas gotas, cuando la solución parte por encarcelar a quienes devastan el país por causando desastres naturales.
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