Hablando de un periodista singular
A riesgo de que Wilson García Merida se moleste, voy a dedicarle este texto. Es que a Wilson no le gustan los halagos, no se distrae con banalidades. Y lo hago, porque reitero mi admiración por su trabajo periodístico: verdad pura en base a una prolija investigación y mucha responsabilidad en el tratamiento noticioso.
El trabajo periodístico investigativo de García Mérida en el caso Marset y los narco vínculos con narco-estados y narco-ministros, es una prueba más de su gran profesionalidad, ofreciendo a sus lectores a través de Sol de Pando y Datos & Análisis, pruebas irrefutables de los vínculos de gobiernos latinoamericanos corruptos con la mafia internacional del narcotráfico y, muchos medios de prensa internacionales toman su trabajo como referencia noticiosa muy creíble. Claro, otros medios nacionales e internacionales se apropian cínicamente de su trabajo sin hacer mención a Sol de Pando y menos al autor, Wilson García Mérida. ¡Qué indignación!
Admiro mucho a Wilson. Lo sigo desde que era estudiante de colegio y soñaba con ser periodista. Todo el material de prensa con su nombre, como fue Facetas de Los Tiempos y Datos & Análisis, con sus artículos siempre tan profundos, iban a mi colección.
Siempre quise conocerlo en persona y cuando lo hice, sentí su gran calidad humana, sus fuertes convicciones, su dedicación al periodismo de investigación que lo hacen único en el país. También pude sentarme junto a él en una redacción.
¿Y por qué no hay buenos periodistas en el país?, porque no hay Wilson en la docencia universitaria, no hay Wilson en las jefaturas de prensa. ¿Y por qué el periodismo se devaluó?, porque la verdad no interesa y, los periodistas son focas amaestradas del poder político de coyuntura, y aquí la diferencia la marca García Mérida.
En su cotidianidad periodística, siempre está en la vereda del frente, opositor de oficialistas y antagonista de la oposición, siempre buscando la verdad que tanto incomoda a los “poderosos”.
A la distancia le envío un abrazo a mi amigo Wilson, que eligió ser diferente y, qué difícil es imitarlo.
Columnas de Fernando Flores Zambrana