Universidades divorciadas de la realidad nacional
La comparación entre las cifras de nuevos profesionales que las universidades del país titulan cada año y el mercado laboral para ellos evidencia que la educación superior está alejada de la realidad nacional.
Es un problema que se ha constatado hace casi una década, pero, al parecer, encararlo está fuera de las prioridades de las instancias estatales y universitarias correspondientes, además que la creación de nuevas carreras lo mismo que los cupos de admisión para estudiantes en primer año o semestre se determinan de acuerdo con criterios ajenos a las necesidades de la demanda de profesionales.
En efecto, un estudio reciente realizado por la Universidad Central constata que sólo uno de cada cuatro nuevos profesionales con grado de licenciatura consigue empleo.
Cada año, un promedio de 41 mil jóvenes concluyen sus estudios superiores, apenas 10 mil consiguen un contrato de trabajo en el que ejercerán su profesión, indica el mencionado con base en datos del del Instituto nacional de Estadística (INE).
Un extenso reportaje publicado en junio del año pasado meses en la revista OH! de Los Tiempos informaba que, de acuerdo con estadísticas del INE y registros del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB), “los dos sistemas universitarios nacionales —el estatal y el privado— entregan anualmente a la sociedad boliviana más de 41 mil profesionales”.
El reportaje de OH! añade que “en 2015, estudios realizados por la Fundación Para la Productividad (Fundapro) y el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario, (Cedla) alertaban que 47 por ciento de los egresados no consigue trabajo en 18 meses y sólo la mitad de quienes lo hallan trabajan en áreas relacionadas con su profesión”.
Y ahí está otra constatación del divorcio entre educación superior y realidad nacional: el subempleo, “es decir, jóvenes profesionales que trabajan en lo que sea o, quizás, en áreas cercanas a las que se formaron, pero de manera temporal”, según Bruno Rojas Callejas, investigador del Cedla.
Es evidente que las universidades forman profesionales cuyas disciplinas de estudio y número de graduados no corresponden a las necesidades de las empresas nacionales.
Esa realidad probablemente está excluida de las reflexiones de los bachilleres ansiosos de ingresar a la universidad. Pero tendría que ser parte de la planificación que hacen estas para enriquecer su oferta académica y determinar cuántos nuevos estudiantes recibirán cada año en cada carrera.
No parece ser así: la universidad pública de Cochabamba recibirá este año a 12 mil nuevos estudiantes, informaba hace pocos días su rector. Es decir, menos de la tercera parte de los bachilleres de 2023. Una de las razones para ello es la falta de infraestructura, agregaba esa autoridad académica.