Contrabando, un problema tan grave como complejo
Amenaza para la seguridad del Estado en la percepción de las autoridades que lo combaten, y componente “importante de la economía nacional” en la cotidianidad de los consumidores, el contrabando en nuestro país es un problema más complejo de lo que parece.
“Es una organización criminal. Usan elementos de choque que están armados y que interceptan las patrullas y así dejar las vías expeditas para los camiones que transportan contrabando (...). La seguridad del Estado está siendo amenazada”, alertaba hace casi un año el Viceministro de Lucha contra el Contrabando.
Lo ocurrido el 10 de enero en el camino entre Yacuiba y Villamontes, donde cinco militares del Comando Estratégico Operacional de Lucha contra el Contrabando (COE) de las FFAA murieron quemados como efecto de una acción criminal demuestra que la violencia de los contrabandistas es cada vez mayor. Y hace dos días, la misma autoridad alertaba de una creciente ola de ataques a los funcionarios encargados de combatir sus acciones.
Respecto del daño económico, se estima que esa actividad provocó un perjuicio superior a los 3.331 millones de dólares en 2022.
Los datos manejados por los empresarios muestran que el contrabando crece en una proporción mayor que la economía nacional.
Su impacto sobre la economía formal afecta a más de 38 mil industrias y significa la desaparición o imposibilidad de crear unos 600 mil empleos.
La percepción del consumidor de artículos de contrabando parece tomar en cuenta esos perjuicios, pero también ve sus beneficios.
En efecto, los resultados del estudio El contrabando en Bolivia: entre la ilegalidad y la legitimidad social, encargado por la Cámara Nacional de Industrias y realizado en diciembre del año pasado, constatan que un 62 por ciento de los encuestados está a favor de que el Gobierno tome “medidas enérgicas” contra esta actividad ilícita.
Pero un 40 por ciento de los encuestados admite que compran los productos importados de manera ilegal “porque son de mejor calidad y más económicos”, y un 48 por ciento considera que el contrabando es “importante para la economía nacional”.
Y es evidente que la abundancia de productos alimenticios de contrabando en los mercados y lugares inusuales donde se instalan los comerciantes de manera temporal alivia, de cierta manera, el alza de los precios de artículos de primera necesidad que los datos oficiales parecen ignorar.
Es, sin duda, un problema complejo que merece una atención gubernamental que trascienda los patrones de represión habituales y lo encare de una manera integral, la única vía para, al menos, mitigar sus impactos negativos.