Bolivia, siempre Bolivia
En un tiempo de pensar el cómo redirigir la economía del país y fortalecer su gobernanza, la respuesta del electorado bolivianO el 17 de agosto de 2025 ha sido sorprendente.
Ha ganado Rodrigo Paz Pereira quien es un político conocido por su paso en la alcaldía de Tarija y luego como senador de la república. Proviene de un linaje político, su padre, el expresidente Jaime Paz Zamora, fue un presidente hábil y negociador que contaba con una excelente oratoria, y muchos vínculos internacionales.
Según los resultados oficiales, Paz Pereira es el candidato que está en el primer lugar para la segunda vuelta electoral.
¿Cómo ocurrió esto? A mi juicio, supo conectar con lo nacional-popular que es parte de una marca identitaria presente en los bolivianos menores de 40 años.
La identidad es relacional y depende del contexto en el que las personas se desenvuelven. Muchos jóvenes no se sentían identificados con las figuras de los partidos tradicionales y buscaban un liderazgo fresco, versátil, que dejara a un lado la usual confrontación y desprestigio de los contendores.
Es que la política desde los jóvenes busca renovación no sólo en el lenguaje, también en las formas. El espíritu de las viejas rencillas, la descalificación constante, las amenazas permanentes y los resabios del pasado, son cuestiones que los alejan de las formas usuales –escasamente creativas– de hacer política en el país.
De hecho, Rodrigo Paz Pereira se había presentado sin estridencia, con mesura y, por supuesto, una habilidad política manifiesta de trabajar en territorio con sectores populares, subalternos desde hace algunos años.
Lo hizo de manera silenciosa, sin grandilocuencia. Quizás en su cercanía con el Estado llano, aprendió de sus necesidades y sueños. Pero, eso no basta para repensar para qué sirve un Gobierno o las competencias y capacidades que necesitan poseer los gobernantes.
Ciertamente no cuenta con un equipo técnico calificado para sortear la crisis financiera y la situación deficitaria persistente ni posee un cuerpo de expertos en economía y relaciones internacionales que le permitan situar a Bolivia en un mundo global y conectado con las cadenas de valor.
El problema radica en las tendencias del ingreso y del gasto público que afronta el país, sin un mercado boliviano que pueda crecer y prosperar; la volatilidad del dólar que exige un Gobierno confiable y regulador, así como la necesidad de contar con un gabinete que crea que el ejercicio público requiere el concurso de las y los mejores bolivianos con capacidad probada, formación idónea y una ética fincada en la defensa irrestricta del bien común.
El candidato a vicepresidente, el capitán Edman Lara, como parte de denominado “binomio del pueblo” con el candidato Paz Pereira, ha puesto un particular énfasis en la lucha frontal contra la corrupción, la reestructuración integral de la Policía Boliviana, el control de las cárceles a cargo de las Fuerzas Armadas, entre otras propuestas en su área de experticia.
En un país signado por la pobreza y las desigualdades, además de una deficiente educación, la falta de una distinción clara entre el bien y el mal han hecho lo suyo. Por eso, es difícil imaginar que la sobrevivencia y la inmediatez no le ganen la partida a la honradez y la probidad.
Es así que la democracia impulsada por los próximos gobernantes tendría la dura tarea, entre otras, de “crear hábitos de comportamiento, actitudes y mentalidades comprensivas, responsables, solidarias”, ese sería, en la perspectiva de Victoria Camps, el cambio moral pertinente y necesario en la sociedad boliviana.
En esa línea, rescatando a Stuart Mill, el objetivo del próximo Gobierno debería enfilar a “promover la virtud y la inteligencia del pueblo”. Entiéndase a la virtud como una cualidad indispensable al ejercicio de la democracia representativa.
Es docente titular de la UMSA e internacionalista
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