¿Cómo se explica?
El 17 de agosto dejó una sorpresa que ningún analista había previsto: Rodrigo Paz terminó primero en las urnas, cuando las encuestas lo ubicaban en el tercer lugar. Una semana antes, nadie se atrevía a imaginarlo. ¿Cómo se explica que, de un 9% en intención de voto, saltara al 31%, desplazando a los favoritos?
Ciertamente, para el análisis, debemos partir de las cifras de las encuestas, más allá de todos los cuestionamientos. Son las únicas referencias.
Las tres últimas publicadas una semana antes del 17de agosto proyectaban una segunda vuelta, entre Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga. La diferencia entre ellos y el tercero, Rodrigo Paz, superaba el 20%. Asimismo, mostraban un “voto oculto” de alrededor del 30%.
Esa cifra daba cuenta de que nada estaba definido, pues se ignoraba el destino final de esa votación y en qué porcentajes podría dirigirse a otros candidatos y también al voto nulo. De modo que ese enigma solo podría descifrarse con los resultados de las urnas.
En las últimas elecciones, ese 30% del electorado “de composición indígena-popular, con una vida doble entre el campo y la ciudad”, siempre apoyó a Evo Morales y al Movimiento al Socialismo (MAS). Con ese voto, que eventualmente puede ser voluble, Evo y el MAS se reprodujeron en el poder durante veinte años. Ese es el voto que surge, dicen los seguidores de Zabaleta Mercado, de lo “nacional popular”.
Sin embargo, en 2025 todas esas comunidades asentadas en cientos de municipios en los cinco departamentos del occidente volcaron su apoyo al binomio Rodrigo Paz-Edman Lara, cuando se esperaba más bien que, en gran porcentaje, se inclinen a favor de Andrónico Rodríguez. Éste, que ocupaba el cuarto lugar en las encuestas, confiaba llegar, con el voto oculto, a la segunda vuelta.
Estaban tranquilos, también, pues confiaban en el voto sindical de esas comunidades del occidente. Es ese voto duro de los miles de afiliados a esos sindicatos donde la línea política de la votación se define en la cúpula dirigencial.
Ahora bien, es importante ver cómo el binomio Paz-Lara logra captar ese voto que proviene, como dicen otros analistas, de la “tierra profunda”. Seguramente, más adelante habrá libros e investigaciones que nos brinden mayores luces sobre este cambio sustancial del electorado popular que no votó por Andrónico ni nulo y acabó, en mi hipótesis, apoyando a los candidatos del Partido Demócrata Cristiano (PDC).
Casi ningún analista vio venir esto, salvo el sociólogo paceño Edgar Sánchez cuando viralizó en TikTok su explicación sobre la composición del electorado boliviano. Ni en sus más remotas elucubraciones los otros analistas habían sospechado este escenario.
Mientras Tuto Quiroga y Doria Medina se enfrascaban en debates y guerra sucia, Rodrigo Paz, pero, sobre todo, Lara, el excapitán de Policía, conquistaban silenciosamente a ese electorado con visitas y contactos personales, en la mayor parte de las comunidades antes bastiones del MAS.
También, y esto merece renglón aparte, el contacto con ese electorado indígena-popular fue por las redes sociales, en este caso, principalmente con TikTok, donde el “Cap. Lara” es toda una estrella. Con mensajes breves –y ofertas, la mayor parte de ellas, difíciles de cumplir–, se acercó de manera eficaz al electorado “masista” que prefirió votar por él, descartando a Andrónico por “traidor”.
En El Alto, esa cercanía tuvo su mayor rédito electoral incidiendo de manera notable en la abrumadora victoria del binomio Paz-Lara en el departamento de La Paz. Los votos de El Alto, también, fueron determinantes para alcanzar el primer lugar.
Finalmente, si hemos partido el análisis con cifras de las encuestas, debemos finalizar comparándolas con los resultados para ver si se aproximaron o se equivocaron “olímpicamente”, como es la impresión de una mayoría.
En promedio, las cifras de las últimas tres encuestas encargadas, y difundidas, por El Deber, Red Uno y Unitel se aproximan casi exactamente a los porcentajes de las cifras obtenidas en las urnas por Tuto Quiroga, Reyes Villa, Andrónico Rodríguez, Eduardo del Castillo, Jhonny Fernández y Pavel Aracena. En el caso de Samuel Doria Medina se acercaron al resultado con una diferencia de menos 4%. Esto se explica por su caída, días previos a las elecciones, que acabó favoreciendo a Rodrigo Paz.
Ahora, obviamente, en el caso de Rodrigo Paz, la diferencia de las encuestas con los resultados de las urnas es del 23%. Como quiera que había un poco más del 30% del voto oculto, un gran porcentaje de este fue, en mi hipótesis, a parar a manos de Paz y otro porcentaje al voto nulo, que partía con el 15% en las encuestas.
Las encuestas acertaron en casi todos los casos, pero fallaron de manera estrepitosa con Rodrigo Paz. No fue por error estadístico sino porque ese voto “oculto”, el que proviene de los sectores popular e indígena, cambió de rumbo silenciosamente.
El 17 de agosto nos recuerda que la política boliviana se juega menos en los sets de televisión y más en las comunidades, en las redes sociales y en esa zona gris donde está el voto oculto.
El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón
Columnas de ROLANDO TELLERÍA A.