Día de los Difuntos, enfrentar a la muerte, entre la burla y el llanto
En la víspera del Día de los Santos Difuntos, los mexicanos se dan a la tarea de recordar a sus muertos y de celebrar la vida de distintas maneras. No es sólo la mesa de ofrenda que reúne los gustos del que se fue o de la que ya partió, sino también las calaveras de dulce que refieren poéticamente y con humor las desventuras de los vivos.
Como “Margarita”, cada mexicano tiene su propia calavera: un verso corto que puede describir jocosamente las circunstancias de su partida, asociadas generalmente a su estilo de vida. La pequeña calavera adorna la casa del rico y la del pobre y descansa lo mismo en las manos de los adultos que en las de los niños.
En México no hay otra fiesta que resuma de manera más clara las peculiaridades de una cultura diversa en su construcción histórica, como la que celebra a los muertos. Ya en el verbo “celebra” parecería advertirse una contradicción. ¿Cómo asociar la fiesta con la muerte? ¿Es que acaso se puede tomar a burla algo tan serio como el fin de un ciclo?
En su “Laberinto de la soledad”, el poeta y premio nobel mexicano Octavio Paz, advierte que a diferencia de lo que ocurre en Nueva York, París o Londres, donde la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios, “el mexicano (…) la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente”.
Acaso en la actitud del mexicano haya tanto miedo como en la de los otros, pero “al menos no se esconde, ni la esconde: la contempla cara a cara con impaciencia, desdén o ironía: si me han de matar mañana, que me maten de una vez”, añade.
Al respecto, la presidenta de la Organización Mundial del Sector Funerario (FIAT-IFTA, por sus siglas en francés), Teresa Saavedra-Andrade, señala que “cuando hablamos de la festividad de los muertos alrededor del mundo, nos referimos a un colorido impresionante, que no sólo tiene que ver con el tipo de recordación, sino también con la comida y la música, que tienen una función muy especial”.
El luto y otros rituales
La también gerente general del Cementerio Parque de las Memorias de Cochabamba sostiene que el luto y la ritualidad que rodean a la muerte, sobre todo en las culturas urbanas de occidente, se originan en Europa.
“La práctica occidental se ha permeado en diferentes culturas, pero lo original y auténtico es la celebración de la vida”, enfatiza Saavedra, quien ha presenciado y participado en diferentes festividades en honor a los muertos alrededor del mundo.
“La celebración se abre paso en medio del llanto y, en muchos casos, la persona fallecida dejó escrito su deseo de ser enterrada con música y baile, aquellos hábitos que la distinguían en vida y que construirán su memoria también a partir de la muerte”, dice.
En nuestro país, la cosmovisión andina -describe Saavedra- considera también este día como el regreso de los seres queridos que han pasado a otro lado de la vida, un momento de regocijo y fiesta. Esto se refleja en la confección de altares con mucho colorido, comida en abundancia y música festiva.
Puede que las costumbres en homenaje a los muertos en el mundo difieran en cuanto a fechas, pero la ofrenda de la comida y el armar los altares son actividades presentes en diferentes lugares. “Sucede en Japón, en la China y hasta en el continente africano”, dice.
"La ofrenda de la comida y el armar los altares son actividades presentes en diferentes lugares. Sucede en Japón, en la China y hasta en el continente africano, donde estuve hace un par de meses”. Teresa Saavedra. Presidenta de la Organización Mundial del Sector Funerario.