“EL PALACIO DEL REY MIDAS” Un edificio polémico que irrumpe en el centro de La Paz
Lupe Cajías
Periodista, historiadora y escritora
Mientras el lujo de saunas y helipuertos se desparrama como una sombra en la histórica plaza mayor paceña, en la vereda del frente luce sin ventanas ni techos la casona de la herencia Rosa Agramont que alguna vez albergó al Instituto Boliviano de Cultura. Julia Elena Fortún, Alberto Crespo, historiadores y servidores públicos amantes del quehacer de las artes y de la memoria colectiva, soñaron con tener algún día fondos para rescatar el inmueble como espacio cultural. Casona que ahora no parece importar al Ministerio de Cultura.
En la otra esquina siguen los escombros del último solar colonial pueblerino que lucía la plaza Murillo. En un pasillo funcionó la farmacia científica boliviana del primer boticario universitario, el italiano Domingo Lorini, que descubrió y difundió las propiedades de la hoja de coca e inventó el elixir, base para la famosa fórmula secreta de la Coca Cola. Ninguna placa lo recuerda y los transeúntes deben bajarse a la calzada porque está derrumbada. Nadie ni ninguna institución pueden hacer algo porque desde hace una década ese territorio ya no es de los paceños.
En el otro extremo luce deteriorada la construcción no religiosa más representativa del periodo barroco mestizo, hogar de diferentes personalidades coloniales, rescatada por los esposos Mesa Gisbert ,quienes la habían convertido en conventillo desde el Siglo XIX. El Gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR, la destinó para albergar al Museo Nacional de Arte. El Gobierno del Movimiento Al Socialismo, MAS, cubrió con estuco colorado las bellas piedras de Comanche y adentro cada sala tiene alguna foto de la biografía de Evo Morales.
En esa cuesta, la Socabaya, siempre hay mendigos indígenas. Desde hace algunos meses, por la Comercio se acomodan nativas del Tipnis porque tienen hambre y piden pan, junto con sus hijitos, apretujadas en viejas mantas. Mujeres desesperadas que siguen a las decenas de potosinas que vienen a la urbe porque el Estado Plurinacional no tiene interés por sus chozas.
Las cuatro esquinas permanecen cerradas con barreras de metal para evitar las manifestaciones de indígenas, de discapacitados, de médicos, durante días, semanas, meses. Por ello, quedan poquísimos comercios y ninguna confitería.
El poder central ocupa la plaza como quiere y cuando quiere, incluso con un pesebre del niño Evito en Orinoca, y sucesivas leyes y normas han coartado las tuiciones del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz en la zona.
Mientras otras capitales latinoamericanas como Lima o Bogotá, Quito y Panamá han rescatado las plazas mayores para revitalizarlas, preservando el patrimonio de sus monumentos históricos, con primorosas ofertas culturales y gastronómicas, con espacio público compartido, la plaza Murillo se cae a pedazos.
El sábado 12 de mayo pasado, en medio del paseo turístico cultural que hago desde hace 20 años, comprobé que ahora hay gremialistas sentadas en el centro, algunas con toldo de plástico, vendiendo pipocas, kleenex y chupetes.
Normalmente tardo dos horas en el recorrido porque el Kilómetro Cero de la patria es una muestra de la historia nacional, desde los señoríos aimaras hasta la revuelta del 2003, pasando por tantísimas batallas.
Al mismo tiempo, cada etapa mantuvo sus expresiones arquitectónicas y las construcciones, las estatuas y los nombres de las calles son reflejo de la ideología y de la estética de cada época. Curiosamente, había un ejemplo para todas.
Ahora agregaré el edificio que resume la visión del MAS; un discurso de Alaxpacha y achachilas, de kataris y de kantutas, y un amor desenfrenado por las tecnologías y lujosos inventados por el capitalismo estadounidense y por los herederos colonialistas. Encima, es el típico gusto de nuevo rico que privilegia el cemento y lo kitsch sobre el jardín y el paisaje.
El estropicio
En medio de ese panorama se yergue una mole lujosa, edificada en un terreno que también pertenecía a la Alcaldía por albergar una casona patrimonial y que una ley de 2012 la arrebató a favor del Ministerio de la Presidencia. La Ley 313 anuló las competencias del municipio paceño.
Aunque el equipo legal del
GAMLP intentó varios recursos, el paso fatal del masista Omar Rocha permitió que el Ejecutivo, en diferentes casos y en particular la empresa Teleférico dispongan como quieren del patrimonio paceño y de los espacios públicos, además de los parques y de los escasos espacios verdes y arboleados de la ciudad.
Desde ese inicio, la construcción del palacio de Evo fue polémica. A ello se agrega la curiosa determinación de declarar que esa tarea es de “prioridad nacional” y destinar fondos públicos para ello, supervisados por el Fondo Nacional de Inversión Productiva y Social, FPS. Esta entidad fue creada justamente como un fondo de apoyo a las inversiones productivas, fundamentalmente de municipios y para fomentar empleos y el combate a la pobreza; no para soberbias.
El rostro patrimonial de La Paz, ya deteriorado desde hace décadas, desaparece ahora de forma acelerada.
La presentación oficial del edificio, difundida por el canal oficialista ATB digital, muestra una construcción supuestamente basada en los principios tiahuanacotas, que serían los contrarios a los principios republicanos de Nuñez del Prado, de Camponovo o de Emilio Villanueva. Tema muy discutible y sobre el cual expertos arquitectos han mostrado su rechazo.
También se dice que el frontis tiene las líneas para recordar los preceptos morales andinos del “ama sulla”, “ama llulla”, “ama quella”, los cuales son de por sí dudosos, pues hasta ahora no existe evidencia histórica de su uso precolonial.
Historiadores y antropólogos aimaras también han escrito desde hace lustros sobre la farsa que rodea a la whipala.
De otro lado, se quiere identificar las distintas áreas, desde el parqueo al helipuerto con nociones de la visión andina, del mundo de abajo, del aquí y del futuro, con un discurso que convencerá a un puñado de la plebe, no a los académicos.
El hall europeo ahora cambia de nombre a taipi, rodeado de columnas para recordar las 36 etnias que supuestamente existen en el país, aunque al menos una ya desapareció con la muerte de su último representante, hambriento como otros habitantes de la floresta amazónica. ¿Qué diferencia al hall imperial del taipi descolonizado?
Se habla de los elementos, del fuego, del agua, de la madre tierra, mientras las pantallas mostrarán en los pasillos los logros del Gobierno de Morales.
El auditorio se llama Túpac Katari, el foyer Gregoria Apaza y el salón Illimani; todo andinocentrista sin reconocer al país pluri multi.
Los nombres de las salas siguen el mismo recorrido, Madidi (que también empieza en el departamento de La Paz), como si no existiesen otros en todo el territorio nacional como Noel Kempff o Tariquía; Coca, como si fuese el mejor producto de nuestra vocación agropecuaria; Minera, Uyuni, Titicaca……
Es casi increíble pensar que ni siquiera tuvieron imaginación para que realmente la casa presidencial refleje a Bolivia.
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COSTOS
¿Cuánto costó realmente este nuevo derroche?
Se fueron aumentando gastos a los 30 millones de dólares iniciales, hasta bordear los 36 millones, más de un millón para el uso gratificante de saunas y gimnasios.
¿Acaso es residencia? ¿No era para trabajar? ¿No era para que muchos ministerios trabajen ahí para evitar pagar alquileres?
¿Cómo se garantizará la seguridad?
¿Acaso estar todos en semejante caja es una decisión acertada?
Pocos periodistas pueden informar con datos exactos porque las cifras no suelen coincidir.
Tampoco es fácil conocer los procesos de licitación o las razones para las diferentes invitaciones a los proveedores.
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Mirada arquitectónica sobre la edificación
Gregory Beltrán
La Prensa
Según un artículo escrito por Gregory Beltrán en La Prensa, uno de los temas de debate cotidiano entre los arquitectos paceños es la construcción del nuevo Palacio de Gobierno, la mayoría coincide en señalar que se trata de una construcción que no armoniza con el discurso indigenista, quiebra el patrimonio en el casco urbano central de la ciudad de La Paz y desconoce algunas normas, como la Ley 1373 del Ejercicio Profesional del Arquitecto.
El arquitecto Gonzalo Montaño dijo que no hay una planificación urbana y el edificio rompe con todos los cánones que se conservaron hasta el momento y, principalmente, no hubo una convocatoria para que todos los arquitectos paceños puedan presentar una propuesta que permita darle una estructura para la construcción de la Casa Grande del Pueblo. Por otro lado, no se toma en cuenta las normas y el patrimonio que había en ese lugar.
Los arquitectos consideran que la convocatoria para que se presenten propuestas permitiría plantear ideas que vayan de la mano de la descolonización, adecuadas al momento político que vive el país, “pero, lamentablemente, en ningún momento a los profesionales arquitectos se nos ha tomado en cuenta, en ningún momento”.
Los entrevistados consideran que se trata de un rascacielos que trata de igualar las construcciones del “imperio estadounidense”, al que tanto se criticó durante la actual gestión gubernamental.
El presidente de la Sociedad de Estudios de Arte y Arquitectura, Jhonny Luna, coincide con este criterio y critica que no se sepa quién es el autor del diseño. “No concibo que el Estado Plurinacional pueda meter la pata construyendo su primer edificio chuto, al margen de la ley”.
La Ley 1373 del Ejercicio Profesional del Arquitecto establece que para toda construcción pública, con recursos del Estado, debe necesariamente convocarse a un concurso para que se presenten anteproyectos, que posteriormente serán seleccionados; “lastimosamente, se olvidaron de la ley”.
Molesto, Luna asegura que el nuevo Palacio de Gobierno es una agresión al patrimonio urbano de la ciudad de La Paz, debido a que guarda la historia del pueblo boliviano y esta edificación es un atentado contra la memoria. También pide conocer al autor de la obra. Mientas tanto, se considera una edificación anónima.
La estructura de 29 pisos está diseñada con lujos y ostentación, lo que está generando una serie de protestas por parte de ciudadanos, intelectuales y colectivos políticos.
Autora
Aunque Lupe Cajías centró su carrera en el periodismo, es autora de libros como “Historia de una leyenda, vida y palabra de Juan Lechín Oquendo” y “Valentina”, entre otros.