Fundación Schwimmer, doce años de apoyo incondicional
Textos trilingües (en quechua, español e inglés), producidos para transferir las tradiciones orales, la forestación del Parque Tunari a cargo de los niños de las escuelas más pobres de la zona o la educación alternativa en comunidades alejadas de Punata son algunos de los resultados del apoyo que ha dado la Fundación Arnoldo Swchimer durante 12 años en Bolivia.
La directora de la Fundación, Elizabeth Schiwmmer, recuerda que recibió el legado de su tío Arnoldo, quien al morir dejó el encargo de crear tres fundaciones a favor de la educación en Chile, Bolivia y Uruguay.
Se intentó hacer las tres, pero la única que funcionó fue la de Bolivia, donde fui aprendiendo en el camino porque soy profesora de música y no sabía bien cómo hacer, pero conocí gente realmente maravillosa, héroes escondidos que hay en Bolivia y que no son pocos , recordó.
El locomóvil
Julio de 1996 marcó el inicio de los proyectos de la Fundación. Uno de los más importantes fueron los locomóvil, dos buses, uno de los cuales fue donado por la fundación al Centro de Atención al Infante Carcelario (CAIC), hijos de reos que necesitaban un vehículo que los lleve todos los días a la escuela y de allí a la casa de atención que tiene el CAIC para apoyo pedagógico, debido a que sólo vuelven a dormir a la cárcel.
El otro bus fue habilitado con toldos a los costados, baúles y otros implementos, con la idea de llevar talleres artísticos de pintura, títeres y otras habilidades a los barrios periféricos de Cochabamba.
Primero se trabajó en Cochabamba con talleristas de la Fundación que fui sumando al proyecto, junto con artistas y pedagogos que fueran durante cuatro o cinco años a los barrios , dijo.
El proyecto era muy importante, según cuenta la directora de la Fundación, pero parecía muy pequeño, hasta que apareció la familia Cardoso en Oruro, todos artistas, que tenían años llevando talleres artísticos a los barrios con financiamiento de su bolsillo e incluso en trufis si era preciso.
El proyecto Para volver a ser niños juguemos con ellos era masivo, para niños, pero también de pronto venían papás, tíos, abuelitos, jefes de comunidad y todos querían pintar, hacer títeres y participar.
La Fundación traspasó el bus al proyecto de Cardoso con todo el material incluido y satisfacción de saber que podía recorrer todo el altiplano, bajar a Yungas, venir a Cochabamba, ir a Sucre, Potosí o Santa Cruz.
La cigarra
Otro proyecto que recibió el apoyo de la Fundación Schwimmer es el grupo La Cigarra que se originó en Oruro, pero después se mudó a Cochabamba. Este grupo se caracteriza por la organización de talleres artísticos, muy similares, con líneas pedagógicas muy establecidas.
La Cigarra diseñó un proyecto de educación creativa en escuelas rurales, cuyo centro de acción fue Punata y la fundación la apoyó durante los últimos cinco años en ese cometido. Empezamos con comunidades aledañas que pertenecen al municipio de Punata durante dos años, con escuelitas donde se impartían talleres de un mes a dos al término de los cuales se dejaba el sistema pedagógico establecido, con los profesores, directores, padres , mencionó Schwimmer.
El tema central de esta actividad fue la tradición oral, artística, pero principalmente centrada en la lectoescritura a través de la cual se empezó a recobrar en esas comunidades las tradiciones, cuentos y leyendas, donde participaron los ancianos contando historias.
Después de 12 años de intenso y significativo apoyo a la cultura y al arte, la Fundación Schwimmer se despidió este año en abril con broche de oro: organizó la primera versión del Bach Fest, a partir del cual se organizarán nuevas versiones los siguientes años.
Hay muchos proyectos más que destacar, pero al término de esta década Elizabeth Schwimmer dice muy satisfecha cumplimos .
Las tradiciones en inglés
El proyecto de Punata, que recoge tradiciones orales, tuvo que ser editado en quechua, español e inglés, debido a que muchos padres retornaron de Virginia a sus comunidades. Sacamos unos 10 libros trilingües, su tradición oral empezaba en quechua y a medida que iba pasando de comunidad en comunidad, terminaba en inglés y los niños no se hacían ningún problema de alternar con los tres idiomas, cuenta la directora de la Fundación.