Cómo nos “alimenta” el sol en invierno
No los ingerimos, saboreamos ni palpamos. Sin embargo, los rayos del sol son los principales “proveedores” de la vitamina D, uno de los micronutrientes clave para estar sanos este invierno. “Sólo obtenemos un 10 por ciento de sus requerimientos diarios necesarios a través de la alimentación. El resto proviene de las reacciones mediadas por el sol en nuestro organismo”, aclara la médico nutrióloga Verónica Ayala.
El médico dermatólogo José María Azeñas manifiesta que tomar sol en invierno otorga muchos beneficios. Entre los más importantes, menciona la síntesis y producción de vitamina D, la secreción de ciertas hormonas como la serotonina (la encargada de regular el estado de ánimo), melatonina (que regula el sueño) y la regulación de la producción de glóbulos blancos (encargados de la defensa del organismo)
Sin embargo, destaca que los efectos de la radiación solar son “totalmente diferentes” para cada persona, ya que dependen de varios factores como genéticos, hereditarios, el tipo de piel, lugar geográfico de residencia y la edad, entre otros. Aspectos que también influyen para la aparición de diferentes trastornos cutáneos.
POR QUÉ ES IMPORTANTE LA VITAMINA D
“La vitamina D es importante en la piel, ya que gracias a la acción de la luz solar, se transforma en diferentes compuestos beneficiosos, como la reabsorción de calcio y fósforo, evitando el raquitismo y osteomalacia. Es decir, enfermedades degenerativas de los huesos”, afirma Azeñas.
La médica nutrióloga Verónica Ayala coincide en que éste es un nutriente esencial. Añade que mantiene el equilibrio calcio-fósforo, incrementando la absorción de ambos; además mantiene la integridad del sistema inmunitario y del sistema muscular.
De acuerdo a estudios, también se ha relacionado niveles más bajos de vitamina D con obesidad, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico. La World Cancer Research Foundation, institución internacional de referencia en materia de cáncer, indicó en su informe de 2018 que una ingesta adecuada de vitamina D podría estar relacionada con una menor incidencia de cáncer colorrectal.
Si queremos incrementar nuestro consumo de vitamina D con la dieta, la médica nutrióloga aconseja consumir aceite de hígado de bacalao, sardina, lácteos y suplementos (éstos bajo supervisión médica).
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CLAVES PARA APROVECHAR SUS BENEFICIOS
Una de las posibles causas del déficit de vitamina D es el estilo de vida actual y, por supuesto, la crisis sanitaria (pasamos más horas en espacios cerrados). Los especialistas coinciden en que la insuficiente exposición solar pasa factura.
Azeñas manifiesta que no existe una dosis ni frecuencia exacta para la exposición solar. Sin embargo, advierte que las personas deben evitar exponerse de 11:00 a 14:00, ya que el sol alcanza el pico más alto de radiación ultravioleta, que podría causar desde daños leves hasta irreversibles en la piel.
“Toda exposición debe realizase con un protector solar adecuado a cada tipo de piel, para así evitar manchas, arrugas, quemaduras e incluso cáncer de piel”, indica. Los especialistas también sugieren aplicarlo media hora antes. Por su parte, Ayala señala que 15 minutos al sol, tres veces por semana, puede asegurar un mínimo de vitamina D.
Uno de los efectos del confinamiento es una drástica disminución del tiempo en el exterior y una menor exposición al sol. ¿Cómo podemos tomar sol en invierno y en cuarentena? El médico dermatólogo sugiere aprovechar los beneficios de los rayos solares de forma recreativa. Si se tiene un espacio en casa, jugar con los niños o simplemente hacer ejercicios al aire libre en un lugar aislado. “Mejoraremos el estado de ánimo, además el cuerpo estaría secretando serotonina”, añade.
Expertos en distintos portales de salud recomiendan aprovechar el sol en patios y balcones todos los días o asomarse a las ventanas (abiertas, no cerradas), aunque esté nublado. Especialmente personas mayores y niños.
Una de las creencias más populares es la de tomar sol a través de una ventana. Cristina Eguren, dermatóloga de la clínica Eguren e integrante de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), explicó a el diario El País que los rayos ultravioleta A (UVA) son capaces de penetrar a través del cristal, por eso sentimos que “nos quemamos”. Sin embargo, esta luz no es suficiente para sintetizar la vitamina D que necesita el cuerpo para absorber el calcio que ayuda a proteger los huesos. “La radiación que ayuda a este proceso, la ultravioleta B (UVB), no traspasa el cristal. Al no hacerlo, el cuerpo no sintetiza esta vitamina”, aseguró Eguren.
En cuanto a la protección que otorgan la ropa y sombrillas, Azeñas advierte que no tienen un efecto fotoprotector comprobado. Además del uso de protector solar, como especialista recomienda el hidratar toda la piel con cremas, tomar bastante agua y tener un especial cuidado con los niños, evitando que tomen baños con agua muy caliente y muy prolongados.