Luis Valle: “Aprendí a invertir en mí mismo”
Comprender los designios de la vida y de Dios muchas veces es difícil, pero para Luis Valle fueron la muestra del camino que tenía que seguir junto a su familia. La semana pasada, Luis Valle presentó su autobiografía titulada Una vida sin frenos, en la que relata sus experiencias a través de los años, su desarrollo personal y éxito profesional. Asimismo, invita al lector a superar la adversidad mediante la fe, el trabajo y la perseverancia.
El autor cuenta que su madre era agricultora y su padre, obrero, pero ello no le quitó la inquietud de superarse, más aun cuando veía a su madre levantarse cada día a las 5 de la mañana para alistarse e ir a vender en los mercados de La Paz.
Cuando era niño, leyó el libro La niña de sus ojos, de Antonio Díaz Villamil, por el que expresa su admiración por la historia que se cuenta. De joven, a los 16 años, leyó el Libro del mormón y la Santa Biblia, libros que hablan del Evangelio de Jesucristo y fue a causa de estas obras que, según señala, “cambió todo”.
Al leer las biografías de personajes célebres, nació la inquietud por alcanzar la sabiduría y el éxito. “Algún día escribiré un libro”, repetía.
Y ese día llegó tras varios años de espera, pues la pandemia por el Covid-19 y los confinamientos le permitieron desarrollar su idea hasta concretarla.
Un camino difícil
Las adversidades tocan a la puerta cuando uno no necesariamente está listo y así pasó con Luis Valle, quien, en 1984, recibió una oportunidad para abrir un taller mecánico en Cochabamba y decidió arriesgarlo todo. En La Paz, trabajaba como mecánico en varios talleres, pero aún quedaba el anhelo de tener el suyo propio.
Lo que parecía ser una buena oportunidad se convirtió en uno de los momentos más difíciles que le tocó pasar junto a su esposa y su pequeña hija de ocho meses.
La persona que le había ofrecido la oportunidad se fue y lo dejó en un espacio donde estaría el taller, pero en ese entonces no había ninguna infraestructura.
Los meses pasaron y los recursos se fueron acabando. Valle cuenta que cada día salía de su casa para buscar trabajo. Buscó talleres mecánicos y de todo tipo para conseguir un puesto, pero recibía un no como respuesta.
En el momento más crítico, una mañana salió de su casa y como ya no quedaba mucho dinero para un pasaje tuvo que caminar desde la avenida Villazón hasta Quillacollo.
Buscó trabajo, pero no tuvo éxito, regresó a su hogar con mucha pena y tratando de ver qué posibilidades más tenía.
“Puse a prueba a Dios. Le dije ‘si existes, ayúdame. Voy a ayunar hasta que me ayudes’”, asegura.
Los días pasaron y aquel momento que le tocó recorrer hasta Quillacollo fue complicado, pero no se rindió. Al día siguiente despertó “inspirado”, según cuenta.
Visiblemente orgulloso de lo que hizo, relata que se acercó a la casa de uno de sus vecinos y le pidió algo de comida, pero como no tenía dinero, argumentó que podía pagar con su trabajo.
Su vecino le contó que tenía una camioneta con los frenos averiados.
“¿Qué cree que es lo primero que un mecánico paceño aprende a arreglar?”, afirma con una sonrisa.
Concluyó el trabajo y le dijo al dueño del vehículo que fuera a “probarlo”. “El señor volvió con un golpe en la frente, había frenado y por primera vez los frenos respondieron bien”, recuerda.
El pago fue productos de la canasta familiar, lo que alivió un poco la situación de su familia.
Pero no podía quedarse ahí. Entonces decidió ir a hablar con su vecino y le pidió que le recomendara con sus familiares o amigos, y él lo llevó donde su compadre, una persona que vivía cerca del lugar.
Trabajó nuevamente en su rubro y volvió a mostrar que su trabajo era óptimo.
Fue esta persona quien le ofreció llevarlo al Chapare, ya que le aseguró que no había buenos mecánicos y habían “muchos autos parados”. Le ofreció irse por una semana, pero cuando conocieron su trabajo en esa región, siguió reparando vehículos por un mes.
En aquella época era difícil comunicarse con personas que estaban lejos, por lo que su principal preocupación era volver para ver su esposa y su hija.
Tras un mes en el Chapare, volvió con dinero, pero también con alimento para su familia.
Aquel momento sombrío quedaba atrás y poco a poco las cosas iban mejorando.
Con el paso de los años, Valle se animó a abrir su propio taller y lo consiguió. Hoy tiene en su taller de mecánica y electrónica automotriz Moroni Sports dando empleos directos e indirectos a decenas de personas.
Un mejor panorama
Pese a tener el taller y haber logrado una estabilidad, Valle nunca dejó de lado su interés por superarse. En 1995, comenzó a viajar al exterior con el objetivo de seguir capacitándose, adquirió manuales de mecánica que le servían para su trabajo y su formación era constante.
Como parte de este interés, Valle está visitando constantemente los concesionarios en Estados Unidos y Europa, en cursos de especialización. Además, cuando comenzó en el rubro del servicio automotriz pasó por Argentina y Brasil.
En 2019 deseaba tener un aval sobre lo que había aprendido sobre liderazgo y se certificó como coach, orador y motivador con el equipo de John Maxwell.
Fue también en el periodo de la pandemia que comenzó a dar clases virtuales sobre salud mental y resiliencia emocional.
En el futuro
Valle adelanta que en los próximos años le gustaría seguir escribiendo más libros y destaca que entre las temáticas están el autoconocimiento, amor propio y el propósito de cada uno en su vida.
El objetivo de motivar a más gente es el objetivo que le impulsa a continuar por una ruta que en muchos momentos tuvo curvas cerradas y obstáculos, pero que ahora tiene un bello horizonte al que Luis Valle como master en mecánica y electrónica automotriz, piloto campeón nacional y departamental de rally de automovilismo, coach, orador, motivador, padre, amigo, seguirá avanzando.