“LA SEGUNDA MILLA…”
Una vez hace muchos años escuché de manera casi demandante que deberíamos aprender a caminar la “segunda milla”; en ese entonces, me asusté pues a tropezones apenas estaba transitando la primera y sin terminar de entenderla como para embarcarme en una segunda. Sin embargo, quise entender y no sólo comprender qué quería decir eso.
Fue entonces que me remití a la fuente primaria y al autor intelectual de la misma, quien se encargó de darme un buen baño de cultura. Bueno, para quienes están como yo estaba en ese entonces, les transmito la información que recabé: En el año 63 Antes de Cristo, los judíos fueron dominados por el imperio romano. Una de las prácticas que había en los tiempos de Jesús era que los soldados, para humillar a los judíos, los obligaban a llevar cargas pasadas por una milla. Esta era una de las causas de enojo y rebelión de los judíos contra los romanos y como para no estarlo, ya que, imaginémosnos después de un largo día de trabajo, estar retornando a casa añorando descanso y recibir la orden de seguir caminando mil pasos más con una carga ajena e impuesta (kilómetro y medio más o menos para que lo comprendamos). Ante esto, aparece un revolucionario social (Jesús) dándo las enseñanzas que lo caracterizaban y lanza: “…y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos” (Mt.5:41); dicho de otra manera, la primera hazlo porque la ley te obliga y con la segunda, ponle la actitud de hacer más de lo que estás obligado a hacer. En otras palabras, voluntariamente hacer más de lo que se espera de nosotros y ¿saben?, las personas que dejan huella en la vida son justamente estas, las que quieren hacer las cosas diferentes y buscan la excelencia.
Muchos médicos andan la primera milla porque así lo aprendieron de los textos: oscultan, diagnostican, medican y operan; menos son los que deciden caminar la segunda milla con su paciente (dar ánimo, comprender su dolor, mirarlo a los ojos).
Muchos empresarios andan la primera milla porque deben cumplir con las leyes laborales, pocos son los que además de hacerlo, consideran, valoran y agradecen el trabajo realizado por sus empleados.
Muchos abogados andan la primera milla calculando el porcentaje terminando el juicio, pocos se animan a caminar la segunda acompañando a su cliente derrotado.
Muchos matrimonios andan la primera milla porque así se se acostumbraron, para la segunda ya no consideran el amor, el perdón o la fidelidad.
Muchos papás transitan la primera milla cumpliendo con sus obligaciones con los hijos (alimento, vestimenta, educación), cada vez son menos los que dejan su sillón para salir al jardín con ellos.
Muchos y muchas veces mientras recorren su primera milla, se han sentido agraviados, difamados, calumniados, insultados, injustamente acusados y… bueno, a seguir caminando porque la ley lo ordena. Lo que no ordena es caminar la segunda sin resentimiento.
La primera la transitamos por inercia y de forma pasiva, la segunda demanda decisión, voluntad, conciencia y esfuerzo; por tanto, caminar la primera es algo natural; querer avanzar la segunda es sobrenatural y en esta es justamente donde se deja la huella.
Jean Carla Saba de Aliss
Pedagoga Social /Life Coaching
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