Contaminación por restos químicos llega hasta fondos marinos
Londres | EFE y AFP
Científicos en Reino Unido detectaron "niveles extraordinarios" de contaminación provocados por la actividad humana en dos de las fosas oceánicas más profundas del planeta, revela un estudio publicado por la revista Nature.
La investigación, desarrollada por la Universidad de Aberdeen (Escocia), sugiere que los altísimos registros de polución hallados en dos depresiones marinas, que se encuentran a más de 10.000 metros de profundidad y alejadas de áreas industriales, demuestran que la contaminación antropogénica en la superficie puede llegar hasta los rincones más remotos del mundo.
"Los niveles de contaminación eran considerablemente más altos que los medidos en regiones próximas a zonas fuertemente industrializadas, lo que plantea la existencia de una bioacumulación de contaminación antropogénica y apunta a que estos contaminantes son omnipresentes en los océanos del mundo y en sus profundidades", explica el equipo de investigación, liderado por el experto Alan Jamieson.
Para su estudio, analizaron muestras de crustáceos anfípodos recogidas por sumergibles "Deep-sea Landers" en la fosa de las Marianas y de las Kermadec, situadas en el océano Pacífico norte y sur, respectivamente, y separadas entre ellas por unos 7.000 kilómetros de distancia.
Los crustáceos capturados en las Kermadec y en las Marianas, a unas profundidades de entre 7.227 y 10.000 metros y 7.841 y 10.250 metros, respectivamente, tenían niveles de contaminación similares o superiores a los presentes en la Bahía de Suruga, una de las zonas del noroeste del Pacífico más castigadas por la polución industrial.
Los investigadores encontraron "niveles extremadamente altos" de contaminantes orgánicos persistentes (POPs, por sus siglas en inglés) en los tejidos grasos de los anfípodos.
Entre los POPs figuran los Policlorobifenilos (PCBs) y Difeniléteres prolibromados (PBDEs), utilizados habitualmente en fluidos dieléctricos y en retardantes de llama, respectivamente.
Estas sustancias contaminantes, presentes, por ejemplo, en prendas de vestir como agente ignífugo, son altamente tóxicas y pueden permanecen en el medio ambiente durante largo tiempo sin descomponerse y trasladarse a grandes distancias a través del agua y del aire.
Los autores de este estudio opinan que, probablemente, los POPs llegaron hasta las fosas marinas a través de residuos plásticos y de la carroña que se deposita en sus profundidades, donde se convierten en alimento de los crustáceos anfípodos.
En un artículo adjunto al estudio de la Universidad de Aberdeen, la experta Katherine Dafforn aborda el impacto del ser humano sobre zonas del planeta lejanas que, no obstante, no escapan a la contaminación.
"Jamieson y sus colegas presentaron pruebas claras de que el océano profundo, en vez de ser remoto, está altamente conectado con la superficie marina y está expuesto a concentraciones significativas de contaminantes fabricados por el hombre", destaca Dafforn, de la Escuela de Ciencias Biológicas, Terrestres y Medioambientales de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney (Australia).
CRUSTÁCEOS
En el estudio se hallaron componentes químicos prohibidos en muestras de anfípodos, diminutos crustáceos similares a minigambas traslúcidas que residen en los abismos marinos.
"Los fondos abisales se ven aún como un reino lejano e inmaculado, preservado de la acción humana, pero nuestro trabajo muestra que, desgraciadamente, esa idea está lejos de ser verdad", subraya Alan Jamieson, investigador de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y coautor de este estudio.
Para examinar estos crustáceos, de los pocos organismos capaces de sobrevivir a tales profundidades y niveles de presión, los investigadores emplearon útiles especiales capaces de descender a dos fosas enormes del Pacífico: la de las Marianas, cerca de la isla Guam, y la fosa de Kermadec, al norte de Nueva Zelanda.
Lo que descubrieron fue que, incluso en lo más profundo de la corteza terrestre, los anfípodos presentaban niveles "extraordinarios" de contaminación química.
"Encontrar estas sustancias contaminantes en uno de los lugares más recónditos e inaccesibles de la Tierra nos hace darnos cuenta del impacto devastador a largo plazo del ser humano sobre el planeta", subraya Alan Jamieson.
Entre los años 1930 y 1970, se produjeron 1,3 millones de toneladas de Difeniléteres prolibromados (PCB) en el mundo. Desde entonces, en torno a un 35 por ciento habría acabado en el océano y en los sedimentos terrestres.