¿Quién fue Jaime del Río?
Lo que se sabe a ciencia cierta es que compuso aquel taquirari que nos identifica a los cochabambinos como el centro inequívoco del país: “Oh Cochabamba querida…”. Esta canción significa para la Región lo mismo que “Viva mi Patria Bolivia” para la República: su segundo Himno.
La diferencia es que el autor de “Viva mi Patria…”, don Apolinar Camacho, goza de los más justos homenajes y recuerdos merecidos por legarnos esa joya musical, justeza que sin embargo se la negamos al creador de “Oh Cochabamba…”.
No hay un registro biográfico suyo al alcance de la mano. Los sitios en internet lo ignoran con toda franqueza y su nombre ha sido incluso omitido en las listas oficiales de la Sociedad Boliviana de Autores y Compositores (Sobodaycom). Constatamos esta infausta ausencia al elaborar los paneles del Ateneo de Maestros que la Fundación Zulma Yugar viene instalando en su Centro para la Difusión y Preservación Patrimonial. No podemos saber cuándo nació ni cuándo murió el autor de “Oh Cochabamba Querida”. Don Serafín Delgado, noble intelectual orureño, nos informa que del Río se suicidó hace algunos años en La Paz, sus restos están enterrados en aquella ciudad; y aunque se dice que nació en Cochabamba, nadie se acuerda de él en esta “ciudad de mágico encanto”.
Escudriñando, escudriñando, a más no poder, pudimos establecer que Luís del Río es el seudónimo de Rubén Ramírez, que sería el nombre real de este compositor proscrito y olvidado. Su obra está marcada por un dramatismo existencial que vivió hasta su muerte. Gerardo Arias, que lo conoció, afirma que Ramírez “hacía cantar a las penas”. Y de hecho es también autor de aquella hermosa cueca que en la singular voz de Luís Gutiérrez es un canto desgarrado, y cuya letra dice: “Una pena tengo yo, que a nadie le importa | solo, solo he nacido | solito voy a morir”.
Y así solito se suicidó Rubén Ramírez, Luís del Río, un día de esos, sin que a nadie le importe porque nada le importaba a él.
Las razones de su proscripción póstuma, si las hay, son espúreas y mezquinas. Porque al fin y al cabo, a esta hermosa tierra valluna, Luís del Río / Rubén Ramírez, le dio entera su vida en ese humilde canto que todos cantan a voz en cuello olvidando quien la compuso.
Si Cochabamba tuviera un sano y eficiente gobierno municipal, y autoridades culturales realmente transparentes y sensibles, el cuerpo de Jaime del Río ya hubiera sido trasladado de La Paz a Cochabamba, rindiéndole el justo homenaje que por nuestra indolencia institucionalizada le negamos a ese artista aún clandestino.