Reconfiguración del sistema político español hacia las elecciones generales
Las recientes elecciones municipales y autonómicas de España han sido vistas, por sus actores políticos, como un termómetro que les permite medir sus fortalezas y debilidades en las diferentes regiones, de cara a los comicios generales que se realizarán en noviembre próximo.
Las expectativas de las organizaciones políticas emergentes, como Podemos, y tradicionales, como el Partido Popular (PP), contrastaron con los resultados finales de los comicios, en que ni la primera logró superar y reemplazar al Partido Socialista Español (PSOE) como alternativa al PP, ni el segundo consiguió mantener su fuerza electoral luego del desgaste que le han significado los recortes y los escándalos de corrupción.
Así las cosas, se ha configurado un escenario bastante complejo con un bipartidismo debilitado, pero no eliminado por completo, que podría constituirse en una situación temporal antes de su recuperación, en un momento de transición hacia el dominio de nuevas organizaciones en un renovado sistema político, o en la generación de un sistema multipartidista.
La tercera de estas opciones es la prevista por el expresidente del Gobierno español, Felipe González, según una nota de el diario El País de España: en España existe una pulsión de cambio de gran calado que se ha hecho notar ya con la irrupción de dos nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos, que, no obstante, aún no es previsible que consigan colocarse como fuerzas de Gobierno. Esta es la previsión del expresidente del Gobierno, Felipe González, expuesta este viernes en el Foro Europa, donde ha alertado sobre la imperiosa necesidad de que haya reformas para que los ciudadanos tengan más voz y más poder.
Con una expectación ya habitual en los foros en los que interviene el expresidente socialista, éste no se ha distanciado mucho de los pronósticos demoscópicos y, tampoco, de los del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), aunque con variación en los porcentajes. PSOE y PP estarán cada uno en el 30%. Yo quiero, claro, que el PSOE quede el primero, y Podemos y Ciudadanos quizá puedan acercarse alguno al 20%, pero creo que estarán en el 15%, respectivamente.
González prevé que el programa no será fácil. Vamos hacia un Parlamento italiano, pero sin italianos que lo gestionen, ha ironizado sobre las características de los dos países, atribuyendo a los italianos acaso una mayor flexibilidad y facilidad para el pacto entre desiguales.
Aunque en sus previsiones iniciales entra que los dos de siempre, PP y PSOE, estarán a la cabeza, ha alertado sobre la responsabilidad de estos actores políticos para que atiendan y sean conscientes de que España está en plena pulsión de cambio y en fin de ciclo.
Los resultados
Un artículo publicado por El Mundo afirma que España ha quedado en manos de los pactos de izquierdas. No hay mayorías absolutas. Los datos que han arrojado las urnas vaticinan un vuelco en prácticamente todo el país a costa de la derecha de Rajoy. Las urnas han repartido las papeletas entre cuatro: el PP, que ha cosechado un auténtico batacazo electoral; el PSOE, que mantiene mal que bien el tipo, y dos partidos emergentes -Podemos y sus marcas municipales y Ciudadanos-, que se estrenan en parlamentos y ayuntamientos con una fuerza, sobre todo el primero, sin precedentes. Los populares han sido los más votados pero su caída respecto a 2011 es espectacular: 11 puntos y casi 2,5 millones de votos perdidos. En unas municipales éste ha sido su peor resultado desde 1991.
El PSOE se mantiene en segunda posición con un 25% de los votos situándose casi tres puntos por debajo de lo que cosechó en 2011. Los socialistas, con su nueva cúpula encabezada por Pedro Sánchez, no logran superar la marca de hace cuatro años, pero el hecho de que el PP, a fuerza de hundirse, se haya colocado prácticamente a su mismo nivel y, además, tenga la posibilidad de gobernar en un buen número de autonomías y de municipios pactando con Podemos puede ser considerado como una victoria.
Para los dos partidos nuevos estas elecciones se leen exclusivamente en clave de triunfo: partían de la nada y desde hoy su voz se escuchará en toda España porque, uno u otro, serán imprescindibles para asegurar la gobernabilidad en prácticamente todas las instituciones. En este escenario que ahora se abre en todo el país, Podemos está mejor situado porque en un buen número de plazas está en disposición de sumar mayorías absolutas con el PSOE.
Crisis en el PP
En un artículo del diario español El Mundo, se afirma que Mariano Rajoy piensa que es el mejor candidato del PP a las próximas elecciones generales, pero su partido no comparte en bloque esta visión, cosa que es parte de un debate recurrente que aparece y desaparece de acuerdo al momento.
El domingo, casi a la vez que se conocía la envergadura de la derrota sufrida por el Partido Popular, volvió a la superficie la duda. ¿Y si tuviéramos más opciones si se produce una renovación?. La pregunta se la han repetido muchos dirigentes en los últimos días. Juan Vicente Herrera causó un sismo en su partido poniendo voz a una reflexión que es compartida por otros barones y por otros dirigentes de peso del PP. No es que no quieran a Rajoy, es que opinan que con otro cabeza de cartel el resultado podría ser mejor. Como hizo Aznar en un mitin en Ávila, Herrera apuntó a que el relevo pasa por la generación de Pablo Casado, portavoz de la campaña del PP y de sólo 34 años.
ANÁLISIS
Fernando Mayorga, investigador del CESU y docente universitario
Cambios en la representación
Los efectos políticos de las elecciones en España pueden ser evaluados desde diversas aristas. Una mirada apunta a resaltar las mutaciones en la representación política en dos dimensiones: simbólica e institucional. En 2011, grupos de ciudadanos/as cuestionaron a los partidos políticos y ocuparon las plazas forjando un movimiento social que se autodefinió como indignados. En ese vocablo se resumían sus cuestionamientos y demandas por austeridad, equidad y transparencia.
Algunos caracterizaron estas acciones -y movimientos similares en Egipto, Turquía, Grecia- como revueltas contra la dictadura política y financiera y por una democracia real; eran movimientos extra-institucionales surgidos espontáneamente, sin liderazgos ni vanguardias, de carácter asambleísta y constituido por gente despolitizada o que asignaba otro significado a la política. Así, la representación simbólica fue arrebatada a los partidos -y los mass media, su contracara- porque la verosimilitud de los discursos políticos sobre la crisis y el futuro pasó a depender de la voz de la calle. Y el domingo se trasladó a las urnas, porque ese movimiento social fue la levadura de la forja de nuevas organizaciones -Podemos y Ciudadanos- que ingresaron a disputar a los partidos tradicionales la representación institucional de la política. Y lograron una resonante victoria electoral. Esas nuevas formaciones políticas (así les gusta decir en España) quebraron el bipartidismo predominante desde la transición a la democracia. Es decir, la representación institucional tiene nuevas siglas y nuevos liderazgos, porque también se ha producido una renovación generacional en las élites. Es otro tema relevante, y también el tránsito hacia una lógica de formación de gobiernos mediante coaliciones, algo que implicará una nueva cultura de negociación. Por esas razones, no es exagerado secundar las opiniones que apuntan a destacar que España vive una segunda transición democrática.