Adivinanza: ¿Cómo se llama la película?
Pista 1: Había una vez un país. Herederos de un pasado colonial traumático, finalmente, arribaron gobiernos que erigieron tres aspectos: La descolonización, la protección a la naturaleza (“Madre Tierra” la llamaban) y la inteligencia, creatividad e imaginación al gobernar.
Pista 2: Era tanta la afición descolonizadora, que el Gobierno nacional hizo de la llegada de la competencia del Dakar al país, una “política pública” “estrella”. Siendo que el Dakar viene de una “celebración” de los afanes “civilizadores” europeos en sus excolonias en África, nada más representativo del proceso de descolonización del país. Además, ilustrativo que el Gobierno “socialista” pagara para ser portavoz y auspiciador de un evento con tales caracteres. Así, desde el Presidente hasta los ministros, no escatimaron tiempo, recursos ni verborrea al enumerar las bondades que el Dakar puede traer a un pobre país tercermundista, que mendiga la atención de la plutocracia ligada al petróleo y a la industria de los motorizados (ni Ford, en sus sueños más ambiciosos, lo hubiera esperado). Igualmente, dice mucho de la creatividad e imaginación del régimen el hecho de que el Dakar sea la “bandera” del turismo en un país cuya diversidad cultural y geográfica debe ser nula, de otra manera, ese fenómeno no tiene explicación lógica.
Pista 3: En ese país la naturaleza era generosa. No obstante, al primar los objetivos referidos a la protección a la “Madre Tierra”, las áreas verdes, los bosques, las selvas, los otros seres vivos, se convirtieron en una presencia molesta, incómoda. En consecuencia, se arrasó con el entorno natural que fue reemplazado por carreteras y puentes que se caían al año, por bonitos y muy grises mamotretos de cemento, por canchas de fútbol con pasto sintético, etc. Los árboles en las ciudades y pueblos se vieron sustituidos por chillones carteles corporativos, por muros, por estéticos postes y cables y necesarios e imprescindibles estadios. No faltaron los burgomaestres que adornaron las ciudades con árboles de plástico.
Pista 4: Mientras los artistas del país clamaban por un porcentaje miserable que se destine a la cultura, haciendo gala de infinita inteligencia, creatividad e imaginación, funcionarios pagados para velar por la misma, tuvieron la genial idea de transformar aburridos museos y viviendas patrimoniales en la “Casa de Papa Noel” y otras afines. “Cultura” fue sinónimo (nuevamente) de Dakar, de la promoción de certámenes de “belleza”, de más fútbol. Abundaron sesudas iniciativas como “El hot dog más largo del mundo”. Por si fuera poco, pintudas actrices decidieron llevar lo divertido de la farándula y el estilo fashionista a lugares en los que cunde la tragedia colectiva.
Posibles respuestas:
Indagando en respuestas respecto al nombre de esta tragicomedia, se me ocurren las siguientes opciones: Si me remitiera a las raras traducciones al castellano que la industria del cine coloca en algunas películas, diría que esta peli se llama “Atrapado sin salida”, dando cuenta de cómo me siento, muchas ocasiones, en el país donde nací. Empero, recuerdo que ese film se llama originalmente “One flew over on the cuckoo’s nest” y se me pasa. Entonces, pienso que se trata de la película mexicana “La Ley de Herodes”, no sólo por la trama que, escalofriantemente, se asemeja a los sinsabores del Estado en cuestión, sino porque, verdaderamente, en ese país “o te chingas o te jodes”. Por otro lado, cavilo que un título como “Depredador” no estaría lejos para describir, en una sola palabra, lo narrado en las líneas anteriores. Sin embargo, creo que me quedo con “Tonto y re-tonto”, segura de que logré descifrar la adivinanza. Juzgue usted.
La autora es socióloga.
Columnas de ROCÍO ESTREMADOIRO RIOJA