Londres: ni Gibraltar ni Escocia
El legendario bulldog inglés no soltará el hueso de Escocia, menos aún los de Gales e Irlanda del Norte, máxime si es que estas regiones pretendieran en el inmediato futuro algo más que la amplia autonomía de la que actualmente gozan
Poco tiempo atrás Theresa May, Primer Ministro del Gobierno de Su Majestad Británica, oficializó el inicio del llamado “Brexit”.” Se viene un tiempo de largas negociaciones hasta que el Reino Unido (RU) de Gran Bretaña e Irlanda del Norte pueda desligarse por completo de la Unión Europea (UE). De partida, al RU le han surgido dos graves problemas: Escocia pide un nuevo referendo y España una vez más reclama la devolución del Peñón de Gibraltar, tomado por Inglaterra en 1713 como parte del Tratado de Utrecht que puso fin a un conflicto de la época entre los dos reinos. Es más, la UE ahora le ha concedido excepcionalmente a Madrid un derecho de veto sobre las condiciones que se le aplicarán al RU tras su salida de la UE. Esto ha levantado ronchas anglosajonas, no han faltado alarmistas que hablan inclusive de “un nuevo conflicto”. Las cosas nunca llegarán hasta allí por razones elementales que no se escriben ni comentan, pero son muy sólidas y favorecen además que Gibraltar no sea devuelto. Veremos sumariamente las principales.
Los 30.000 habitantes del Peñón han ejercido su derecho a la autodeterminación y decidieron en forma abrumadora seguir siendo ciudadanos británicos. Ese es un primer gran punto. Por otro lado, Gibraltar es un centro financiero “off shore” importante que a nadie le conviene perjudicar. Gibraltar sólo perteneció a la España cristiana no morisca durante 250 años, desde la reconquista hasta 1713. De 1713 a 2017 Gibraltar ha pasado más tiempo bajo la soberanía británica que con la española y antes, estuvo en manos de los sarracenos nada menos que durante siete siglos.
La importancia fundamental de la “Roca” (apelativo popular del peñón) de Gibraltar es de naturaleza geopolítica. Su presencia allí le sirvió al RU para controlar el acceso y la salida del mar Mediterráneo durante 300 años. En nuestros días el control naval no es tan vital como lo fue antes de la aviación y de la incorporación de tecnologías satelitales, pero aún importa mucho. Es más, los españoles nunca comentan en voz alta que ellos controlan el otro lado del estrecho mediante sus enclaves en Ceuta y Melilla. La propia comunidad internacional sería reacia a que un solo país domine el paso por las legendarias columnas de Hércules, los promontorios que franquean la entrada al estrecho de Gibraltar que conecta con el Atlántico. Como están las cosas ahora, hay equilibrio y eso está bien. Nadie en el mundo querrá alterar esa delicada balanza, aunque España siga protestando. La única verdad es la realidad.
Escocia fue a un referéndum por su independencia en 2014. Ganaron quienes querían seguir siendo miembros del RU. Si bien hubo un cambio fundamental en las circunstancias debido a la salida del RU de la UE, el compromiso para el plebiscito fue por una generación, al menos 20 años. No veo probable otro referéndum en el horizonte cercano. Londres no lo permitirá. Los escoceses pudieron ser libres y decidieron seguir siendo súbditos; ahora mejor es que se despidan de otro plebiscito por lo menos hasta 2040. Así están las cosas. El legendario bulldog inglés no soltará el hueso de Escocia, menos aún los de Gales e Irlanda del Norte, máxime si es que estas regiones pretendieran en el inmediato futuro algo más que la amplia autonomía de la que actualmente gozan.
El autor es excanciller de Bolivia, economista y politólogo.
Columnas de AGUSTÍN SAAVEDRA WEISE