Caótico y maldito transporte público
El transporte público de Cochabamba, que se ha convertido en un martirio para los ciudadanos que usan este medio, se caracteriza por ser caótico y tremendamente desordenado.
Muchos lo maldicen, sobre todo en las horas pico, en las que todos andan como locos.
Además de ser el sector que más contamina en la ciudad, los autos de la mayoría de los “maestritos” se vuelven una cárcel momentánea para los usuarios que tienen que soportar asientos incómodos, espaldas dobladas cuando van de pie, malos olores, suciedad y, lo peor de todo, el maltrato del “jefe” al volante.
A todo esto se suma la fortuna clandestina, a través de un claro y evidente robo, que los choferes logran de esos 10 centavos que la mayoría ni reclama por vergüenza o ya por costumbre, ya que el costo de este servicio es de 1,90 bolivianos, sin mencionar el hurto a escolares, universitarios, personas de la tercera edad e incluso discapacitados.
Los cierto es que nadie, pero absolutamente nadie, quiere subirse a esos motorizados vibrantes de fierros crujientes que tan necesarios son para el ciudadano de a pie que paga y es asaltado por un servicio que debería ser mínimamente cómodo y seguro.
Pero como el sindicalismo pesa más que el anhelo de una cultura ciudadana y vial ordenada, con normas claras y leyes que sancionen estos malos servicios, los “maestritos” hacen y harán siempre lo que se les da la gana.
Periodista Web de Los Tiempos
Columnas de Christian Burgos