Perdedores por mito
Perdimos el mar por flojos, por preferir el carnaval en lugar de combatir. ¿Sabe que esto es un mito, gracias a un mensaje difundido por el historiador Benjamín Vicuña Mackenna? Si ya lo sabe, entiende que no somos perdedores ni jaraneros.
Si no lo sabía, conviene un breve repaso histórico, ya aparecido en El Alteño: la noche del 25 de febrero de 1879, el presidente Hilarión Daza recibió en La Paz la noticia que tropas chilenas invadieron y tomaron Antofagasta.
Ese día fue martes de Carnaval, lo que dio origen al mito.
Sin embargo Édgar Oblitas, en su libro Historia Secreta de la Guerra del Pacífico, revela que Vicuña se equivocó porque éste dijo que Daza recibió la noticia mediante un telegrama y eso no es verdad porque Bolivia “no estaba ligada por telégrafo a ningún país de la costa y recibía noticias 20 días después de producido un evento”.
Pero, ¿por qué reproducir una versión chilena que iba en contra de los intereses nacionales?, la respuesta es por razones políticas. Los simpatizantes de Narciso Campero, que derrocó a Daza, tenían en esta historia el justificativo para culpar al presidente por la pérdida del Litoral.
Para el historiador Pablo Michel, si bien los gobernantes bolivianos tenían claro que Chile podía invadir Antofagasta en cualquier momento, es erróneo culpar al carnaval de un hecho tan grave como la Guerra del Pacífico.
El autor Christopher Andrew manifestó, en su momento, que a principios de este año surgieron varias protestas ciudadanas, y memes que decían: "ya perdimos el mar por carnavalear, no perdamos la democracia también", confirmando que en el imaginario nacional ha quedado fijada la idea que por esta fiesta nos convertimos en un país mediterráneo, según reporta el diario El Deber
A menos de una semana del fallo de La Haya, conviene revisar no sólo aquello que creemos sino lo que estamos creando. En términos sencillos el dictamen favorable pedirá que Chile dialogue con Bolivia en igualdad de condiciones. Uno desfavorable dirá lo contrario.
Sea cual sea el resultado, es deseable e imperioso no hacer del mismo una seguidilla de propaganda política, mostrándonos como vencedores o eternos perdedores. Sino, más bien, lograr un consenso sobre cómo encarar nuestro presente y futuro, evitando producir y reproducir ridículos memes, ya que merecemos algo más que una estúpida polarización y más bien un plan que apunte a combatir a fondo la falta de empleo, la pobreza, la recesión, la corrupción y la inseguridad.
La autora es magíster en comunicación social y periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER