Feminicidios y violencia inter-ciudadana
Un debate reciente en las redes sociales sirve de partida para lanzar algunas reflexiones en torno a la actual ola pavorosa de feminicidios. El detonador de la discusión fue la siguiente declaración: “Un hombre no viola, viola el violador; un hombre no mata, mata un asesino; un hombre no maltrata, maltrata un maltratador; un hombre no humilla, humilla un cobarde”. Frente a ello, no faltaron diversas voces –de mujeres y hombres– que criticaban la postura, porque, según los argumentos, implicaba flexibilizar la lucha feminista en una sociedad por definición patriarcal y machista y, por lo tanto, maltratadora de las mujeres. Así la violencia contra la mujer aparece como una muestra de la “psiquis de los varones bolivianos” (para citar a un columnista); discurso, que como todo lo “políticamente correcto” ha ocasionado muchas afiliaciones.
Esta lectura de la violencia, donde el problema está directamente ubicado en los hombres (por “nacer hombres), es similar a la tradicional –y cómoda– comprensión de la inseguridad como producto de la pobreza. Ambas son explicaciones unilineales y maniqueas –en las que siempre se contraponen víctimas y victimadores– las que, al simplificar el problema, abrevian sus soluciones. Según estas miradas, de manera esquemática, si se erradica la pobreza se soluciona la inseguridad o si se elimina la cultura patriarcal se controla la violencia contra la mujer. COmo en ambos casos la solución es demasiado estructural, y por lo tanto difícil de alcanzar, se asumen paliativos: En el caso de la inseguridad, se incrementa el control de la población (mediante, por ejemplo, la instalación de cámaras filmadoras en todos los espacios de la vida cotidiana). En el caso de la “psiquis machista”, los paliativos son más difíciles de encontrar, la tendencia va hacia la reglamentación –sin mucho resultado positivo por lo visto– de las relaciones de género.
Frente a esta lectura, emerge una cada vez más grande apuesta por abandonar las explicaciones unilineales y unidimensionales para reemplazarlas por una comprensión compleja, multicausal y multidimensional de la violencia. Ello supone asumir el desafío de entender a la violencia contra la mujer como parte de un fenómeno más amplio, marcado por una corriente cada vez más grande de violencia inter-ciudadana en general, en una sociedad que vive un período de crisis de sus imaginarios instituyentes, agudizada paradójicamente, por una hiper-reglamentación de las relaciones sociales, pérdida de confianza en “el otro” (visto como enemigo y, por lo tanto, temido y combatido), lo que lleva a su vez al encierro en lo conocido, proceso que viene acompañado por el fortalecimiento de posturas autoritarias y subordinación de las mayorías grupales ante las mismas. Es decir, se trata de procesos complejos, en los cuales la búsqueda de “chivos expiatorios”, solo puede cumplir una función –que de hecho no soluciona el problema–, la de ser una opción “políticamente correcta”.
La autora es responsable del Área de Desarrollo del CESU-UMSS
Columnas de ALEJANDRA RAMÍREZ S.