Un tranvía llamado deseo
Sí, es un tranvía, un tranvía llamado deseo. Deseo de ser Tren Metropolitano. Un tranvía llamado Tren Metropolitano. Le pusieron ese nombre. Es que así es “más cool”, más atractivo comercialmente hablando, o políticamente hablando, más que ese modesto nombrecito de tranvía. Qué más da. ¿Cuál es la novedad? Ya vimos este melodrama antes. Conocimos un palacio, un palacio presidencial, un palacio presidencial llamado Casa Grande del Pueblo. Una rayita más al tigre, qué más da.
Por supuesto, los del Gobierno se querían morir cada vez que los periodistas nos referíamos al nuevo Palacio Presidencial como nuevo Palacio Presidencial, y poco menos que nos gritaban que le dijéramos Casa Grande del Pueblo “porque ése es su nombre”. Lentamente los periodistas fuimos cediendo, y terminamos llamándole Casa Grande del Pueblo al nuevo Palacio Presidencial.
Ahora el melodrama se repite, y tenemos que llamar tren metropolitano al tranvía, o al menos tren ligero, pero tren al fin de cuentas. Dense una vueltecita por la página Bahnonline.cl. Allí aparece la nota en alemán de la fabricante sobre la llegada de los vagones a Arica. Un pequeño copy-paste en el traductor de Google, y listo, qué sale… tranvía. Y lo dice la misma fabricante. ¿Por qué ese interés de llamarle tranvía al tren?, nos preguntas desde el Gobierno. Bueno, respondemos: ¿y por qué ese interés de llamarle Tren al tranvía? ¿Qué hay detrás de este nombrecito? ¿Descrédito político?, ¿algo más que aún no nombramos? Presiento que este melodrama aún no llega a su fin.
Editor del Observador Económico de Los Tiempos
Columnas de LUIS FERNANDO AVENDAÑO