Edad Media: MedioEvo
Edad Media (Medioevo): periodo obscuro de tiempo entre dos épocas. La expresión proviene del Renacimiento que la consideraba una “larga noche de mil años” que enterró Europa (476–siglo XV). La “Rinascita” de la cultura clásica judeo–greco–romana expulsó la barbarie. No de todas partes. En Florencia –ciudad insuperable– Prometeo se hizo legión y su fuego iluminó el continente y la eternidad. Miguel Ángel Buonarroti, Leonardo da Vinci, Rafael Sanzio, Donato Bramante, Marsilio Ficino, Michel de Montaigne, San Juan de la Cruz, Miguel de Cervantes, William Shakespeare… A excepción de la dinastía Tang (618–907), el mundo no había experimentado tanta belleza y sofisticación intelectual. Parecía algo imposible, magia, pero no. Fue el triunfo de la inteligencia, el arte y la literatura. Ulrich von Hutten capturó el sentir de las personas cultas de entonces: “O saeculum, o literae! Juvat vivere!”
Bolivia, en el “MedioEvo” (etapa anclada al pasado “inka”), sufre otro oscurantismo que supera al medieval. Rifando lo que tanto costó crear, el “Asesino de la Naturaleza” (The Guardian), hizo mucho por Bolivia. Sin duda: mucho daño. Promovió el mayor incendio de nuestros bosques amazónicos. Enriqueció MAS a la oligarquía terrateniente–cocalera y empobreció MAS a los siempre pobres. Endeudó al país a niveles nunca vistos. Produjo ineficiencia, burocracia, corrupción y “héroes” contrabandistas y cocaineros. Lo trágico es que su historial “progresista” (glorias, honores y riquezas) es abultado: no así el de sus víctimas que claman justicia.
En el teatro de la locura Evo Morales es un revolucionario del disparate. Destaca en la comedia dramática y profundiza la tradición de Melgarejo. Sus “obras” desafían la sensatez. En La Haya perdió jurídicamente el acceso soberano al mar y pronto, estima, vamos a bañarnos en el Pacífico. Otro presidente estaría en la cárcel por ese error que se comete cada siglo. En la plaza Murillo (no hablaré de su palacio) ha hecho dar marcha atrás al tiempo, no poca cosa a cuatro mil metros sobre el nivel de la ignorancia. Ha incentivado la contaminación del aire de manera sistemática con k’oas y ch’allas que celebran el consumismo de “interculturales”. Y ni hablar del año andino, amazónico, chaqueño, mojeño y… también —asombroso— ha incrementado el porcentaje de tontos por metro cuadrado en el Estado Plurinacional: ¿Vivimos bien? ¿Estamos mejor que antes? ¿Y todavía lo preguntas, imbécil?
Mi afirmación define los últimos días del “Proceso de cambio” no por cómo se prepara lo por venir, y sí por elementos nefastos que van a extinguirse para recuperar la democracia. Tuvo que ocurrir un incendio dantesco –la Chiquitanía aún arde– para que algunos “vean” los resultados del “MedioEvo”: el triunfo de una estafa donde histriones disfrazados de “indios” encandilaron a MASas de excluidos que consumen promesas. Propusieron la inclusión social, la defensa de la madre tierra y obedecer al pueblo. Palabras, palabras, palabras… replica Hamlet. ¿Y la justicia? Un instrumento de opresión y venganza: vergüenza.
Bolivia, pese a la ayuda internacional, “innecesaria” según el Gobierno, continúa en llamas y el régimen “socialista” insiste en autorizar y ampliar el incendio de los bosques lluviosos (“desmonte”) en “tierras privadas y comunitarias” mediante “quemas controladas” para “actividades agropecuarias” (Decreto Supremo 3973). El daño al país (y al mundo) está hecho. No hay vuelta atrás ¡y no se detienen! La experiencia, para los “mazis”, no sirve para aprender, sino para reincidir y prolongar errores. “Nada puede hacerse” afirmó Morales y García Linera: “Declarar desastre nacional es decir que los bolivianos no somos capaces y nos hemos rendido”. Demencial el primero y el segundo grotesco.
No hay tiempo que perder –Doria Medina et al.– ni esfuerzo que malgastar. El 20 de octubre hay que oponer los muros de la razón a las fuerzas oscuras del “MedioEvo”. No es una votación cualquiera. Es un referéndum entre democracia o dictadura. El MAS, no el MAS–1, formula la alternativa de cabaldía: civilización o barbarie. La mayoría de los bolivianos —pensantes, “sufridores” y escarmentados— ya han hecho su elección. Pero los jóvenes, aquellos que van a sufragar por primera vez, tienen la oportunidad histórica de derrotar la impostura, la ineficiencia y la ilegalidad. Será el triunfo de la esperanza y la imaginación. Una Bolivia mejor todavía es posible. Vale.
El autor es economista y filósofo
Columnas de GUSTAVO V. GARCÍA