Los derechos humanos base para la cultura de paz
ESMERALDA CAROL ANCIETA RODRÍGUEZ
Han pasado más de 71 años desde la declaración universal de los Derechos Humanos y con ella la reflexión sobre cuanto se avanzó y los puntos que aún quedan por trabajar. Es innegable el aporte de los DDHH con sus valores de libertad, justicia y paz en el mundo. Sin embargo, ¿cuál es la relación que los DDHH tienen con la cultura de paz?
Aquí abordaremos una temática importante, que nace con el cambio negativo de la visión que aún tenemos del conflicto por una visión positiva, siendo uno de los temas que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha trabajado a lo largo de su historia, la Paz. Pero este término tan simple envuelve un abanico de interpretaciones que encierra la llave para el desarrollo de una sociedad pacífica y armónica. No obstante, ya aun después de más de 70 años de su constitución, la paz sigue siendo uno de los objetivos a lograr y que se plasma con mayor fuerza en el transcurso del tiempo en las agendas que adopta la ONU para generar un equilibrio en la interacción social, de tal manera que todos los miembros de la sociedad puedan vivir en sinergia armónica. Debido a que donde hay violencia no hay paz. Es así que la cultura de paz se constituye en una serie de valores, derechos y deberes que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas y las naciones. El año 2000 “Año Internacional de la Cultura de la Paz”, decretado por la ONU a través de la Resolución 53/25, que señaló “que los Gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil puedan orientar sus actividades y planes de desarrollo para promover y fortalecer una cultura de paz en el nuevo milenio”.
Ya que tendemos a alarmarnos de la frecuencia con la que ocurren acontecimientos violentos, pero es la repetición sosegada y casi silenciosa que genera que nos acostumbremos y naturalicemos la violencia dentro de la sociedad, perdiendo paulatinamente nuestra propia capacidad de asombro. Señalamos entonces que la sub cultura de la violencia era uno de los factores que de manera importante estaba generando violaciones a los Derechos Humanos de los gobernados, tanto en un ámbito individual cuanto colectivo. Así la vulneración de los DDHH que ocurre dentro como fuera de nuestro entorno se vuelve “tolerable” produciendo patrones de conducta que llegan a materializarse en costumbre, donde el núcleo es la violencia. Debemos seguir trabajando y seguir haciendo los mayores esfuerzos para impedir la constitución de una cultura violenta, hermanando los DDHH con una cultura de paz. Por tal motivo la educación con estas bases se torna en un paradigma del Siglo XXI adoptada por la ONU como guía y que una vez más se refleja en la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) No 1, 4, 5, 13, 16 y 17 y que se transforma en la promesa universal de no dejar a nadie atrás.
Es claro entonces que en todo el mundo es necesario para garantizar una cultura de paz y el desarrollo de los DDHH, el acceso y respeto a sus principios fundados en los valores universales de la vida, justicia, igualdad de género, medio ambiente y solidaridad que avalará el desarrollo de este objetivo y que logrará garantizar una vida digna socialmente sostenible y sustentable, para todos los seres vivos y para las futuras generaciones. No más feminicidios y no más tolerancia con el incremento de la violencia. Necesitamos acciones y prácticas que promuevan en lo cotidiano estos valores y ayuden a mejorar y construir relaciones humanas respetuosas y comprensivas. Por la vigencia de los derechos humanos y la construcción de la cultura de paz.
La autora es abogada
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