Historias sobre la Policía
Vittandre
Hubo un día en el que dije que nunca más insultaría a los policías. Se debió a que, con un motín, facilitaron la huida de un tirano.
¿Les importaba la democracia? ¡No! ¿Querían unirse al pueblo? ¡No! Buscaban sus intereses; hoy me retracto.
Dos camionetas con cuatro policías en cada una detuvieron mi auto. Uno de ellos me pidió la licencia. Al ver que todo estaba en orden, me dijo que bajara del auto. Tenía a mi hija con fiebre y la premura por llegar a casa me hizo bajar.
Medio revisaron el auto buscando algo, yo ya les había alertado que mi hija estaba con fiebre y debía irme. Uno de ellos enunció que tenía que “colaborar” porque sino estaría “faltando a la autoridad”.
En lo que parecía una revisión técnica, a las 22:00, me pidieron encender el auto y las luces de parqueo. Lo hice, todo estaba en orden. Volvieron a pedir que encienda los guiñadores; dijeron que el derecho no funcionaba.
—Por favor, extiéndame la boleta de infracción, debo ir a medicar a mi hija (…)
Los policías conversaban entre ellos. Finalmente me dijeron que no tenían boleta de infracción y que debía ir a Tránsito.
—No puedo —continúe—. Mi hija tiene fiebre.
—Vamos a llevarla a Tránsito.
Yo, muy nerviosa, en media calle, tarde en la noche, sola, con mi hija afiebrada y ocho policías rodeándome. Fue cuando les dije que podía pagar el costo de la infracción. Pero que necesitaba irme.
—Son 500 bolivianos —dijo uno de ellos.
Enojada respondí:
—¡No tengo conmigo el dinero! No pueden cobrar tanto—. Entonces el que parecía jefe se acercó.
—Vamos a llevarla a Tránsito. Usted ha faltado el respeto a la autoridad.
Mi hija empezó a llorar. Pedí que esperaran para que alguien me traiga el dinero, pero dijeron que no esperarían; les rogué que me acompañaran a un cajero cerca.
El “jefe” hizo señas para que me acompañen, que me sigan en la camioneta y que me vigilen. Escoltada llegué al cajero. Con mi hija llorando en el auto sola, saqué el dinero, les di los 500 y pude llegar a casa por la medicina. Después de ver que la fiebre bajaba, respiré y comencé a llorar.
La impotencia de tener a delincuentes armados en las calles a cargo de nuestra seguridad me llena de ira y odio.
Sé que cualquier denuncia no prosperará.
Estoy segura de que esto no cambiará, la Policía es un reflejo más de la sociedad podrida en la que vivimos.
Todos y cada uno de ellos son representantes de la corrupción, falsedad, angurria de poder y dinero de nuestras autoridades.
Y esa mierda fétida se pudre más cada día.
Vittandre @Vittandre
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