¿De quién es la basura?
En Bolivia, la basura no es solo un problema de gestión ambiental, sino un campo de batalla político. En el epicentro de esta disputa se encuentra K’ara K’ara, donde las demandas de los pobladores por el cierre del botadero se entrelazan con las maniobras del evismo, que busca desestabilizar al país. A ello se suman las controvertidas resoluciones del Tribunal Agroambiental, dejando en evidencia una realidad alarmante: en nuestro país, la salud y los derechos de las personas son utilizados como herramientas de manipulación política.
Esto nos lleva a reflexionar: ¿de quién es la basura? Más de 1,5 millones de personas se desplazan diariamente en el eje metropolitano de Cochabamba, generando miles de toneladas de residuos. Este volumen no es solo responsabilidad del municipio de Cochabamba. Ciudadanos que se desplanzan a Cochabamba de los municipios aledaños, como Sacaba, Quillacollo, Vinto, y Colcapirhua, también contribuyen significativamente a esta acumulación, haciendo de la basura una responsabilidad compartida que trasciende fronteras administrativas.
Históricamente, los asentamientos en torno a botaderos como K’ara K’ara reflejan una profunda deuda social y ambiental, agravada por décadas de crecimiento urbano desordenado y una gestión deficiente de los desechos producto de pésimas gestiones municipales. Lejos de ser solo un desecho, la basura representa una oportunidad. Países en todo el mundo han demostrado que los residuos pueden transformarse en recursos valiosos, generando energía, materiales reciclados y empleos. Sin embargo, en Bolivia seguimos atrapados en un modelo que perpetúa la contaminación y los conflictos y se piensa que no existe solución a la basura más que enterrarla, botar a los ríos, sin un plan serio de industrialización.
En este contexto, los ataques a la gestión de Manfred Reyes Villa no son casuales, su administración enfrenta una crisis provocada por intereses políticos que instrumentalizan la problemática de la basura. Pero esta no es solo una crisis municipal, es una crisis regional que exige soluciones conjuntas entre todos los municipios del eje metropolitano. Así mismo demanda la participación del Estado Central en diseñar una política nacional de basura y residuos.
Mientras vemos la crisis con causas significativas para la salud, es momento de replantear nuestra visión sobre la basura, ya que esta no pertenece únicamente a quienes la generan o la gestionan dentro de un solo municipio, sino a todos nosotros como región y sociedad. Transformarla en una oportunidad exige un compromiso colectivo, alejado de agendas políticas y centrado en el bienestar común. Solo así podremos superar esta crisis y construir un futuro más sostenible para Cochabamba y Bolivia.
Columnas de CÉSAR AUGUSTO CAMACHO SOLIZ