Necesarias reformas pospandemia en la universidad: el rol de la investigación científica
Como todas las afecciones virales, la Covid-19 vino para quedarse y la ola de la virtualidad ahora “nos moja” a todos. Uno de sus efectos se manifiesta en la necesidad de asumir, de forma indefectible, radicales cambios estructurales y funcionales en la educación superior boliviana dada la obsolescencia de viejos modelos prevalentes en nuestras universidades. Modelos que –en la mayoría de los programas académicos (léase carreras)– empiezan con dar continuidad a las clases presenciales, mediante educación a distancia con uso intensivo de las nuevas tecnologías de información y comunicación(NTIC). Si bien ello contribuye a atender la demanda social mediante el teletrabajo (teleeducación) en los procesos académicos de aula (primera misión), quedan gravemente afectados las otras dos: la investigación científica y tecnológica (segunda misión) y la interacción social (tercera misión).
En la universidad, toda ciencia ha de enseñarse con sus propios métodos; es decir, la didáctica universitaria debe apoyarse en las metodologías que cada disciplina ha desarrollado en su evolución histórica, porque solo trabajando activamente con ellas, el estudiante podrá llegar a su plena posesión.
Recordemos que la pedagogía como ciencia, a nivel universitario, involucra algo más que la vinculación docente estudiantil en el aula. Comprende tanto al proceso docente educativo como al reconocimiento de la importancia formadora de la investigación científica y la toma de conciencia de la realidad política y social en la que posteriormente se inserta el profesional para ejercer sus funciones.
A nivel de la educación superior, podría postularse que las teorías de Piaget y de Vigotsky se constituyen en sólidas bases socio-psico-pedagógicas del papel y de las interrelaciones de los procesos docente educativo, de investigación y de interacción social para el modelo de universidad boliviana que nos propongamos lograr. De un adecuado equilibrio entre lo profesional, lo investigativo y lo pedagógico resultará un modelo de educación superior moderno, dinámico, eficiente, eficaz y adecuado a las demandas sociales, a las condiciones ambientales y de salud prevalentes en la pospandemia, equilibrándose así, en un sentido dialéctico, las funciones universitarias.
El quehacer académico no puede quedar librado a la fría aplicación o adaptación de modelos o herramientas de educación a distancia, debiendo considerarse los desafíos y oportunidades que presenta el uso de la virtualidad para gestionar una serie de elementos, no solamente los políticos, económicos y administrativos, sino también los de orden social, psicológico, pedagógico, ambiental y otros. El desarrollo, disponibilidad y creciente utilización de los recursos telemáticos para fines académicos han hecho posible innovar en la educación a distancia.
Con las relativamente rápidas –pero no por ello necesariamente eficaces y eficientes reacciones universitarias a la pandemia de Covid-19– ya no suena extraño referirse a la universidad virtual. Sin embargo, surgen en este terreno muchísimas interrogantes: ¿cómo se vislumbra la relación profesor-estudiante?; dadas las habilidades computacionales de las nuevas generaciones ¿será algún día prescindible el profesor?, ¿cuáles son los nuevos roles de la docencia?
Jacques Marcovitch, que fuera rector de la Universidad de Sao Paulo, Brasil se refería de la siguiente manera a la imposibilidad de sustituir al docente: “Hay personas que consideran equivocadamente que la era de los libros y del material impreso está llegando a su fin, porque ellos se encuentran disponibles en las computadoras. Estas personas no mencionan que tal disponibilidad facilita la consulta y no sustituye a la lectura. Siempre existirán tantos escritores como lectores –así como siempre existirán alumnos y profesores– conviviendo y engendrando el futuro, en el aula, bibliotecas y laboratorios”. Ello nos lleva a afirmar que, a tiempo de diseñar nuevos modelos para las universidades, deberá rediseñarse también el nuevo perfil del docente universitario considerando los aspectos epistemológicos y axiológicos de la educación presencial y a distancia, así como también la adecuación y aplicación de metodologías de creación y recreación científica, como herramientas de aplicación didáctica en ambas modalidades.
Podemos concluir señalando que dadas las características de la sociedad actual, no puede pensarse en un verdadero desarrollo de la educación superior con calidad y pertinencia, en las modalidades de educación presencial, a distancia y mixtas si no consideramos, con la oportunidad del caso, la importancia y el valor didáctico-educativo de la investigación científica que, asociada a las actividades de aula y a las de vinculación con el entorno, permitirá seguramente lograr una formación profesional universitaria integral, humanista y socialmente útil.
El autor es profesor, investigador y consultor académico
Columnas de ÁLVARO ENRIQUE PADILLA OMISTE