Violencia de género y trata de personas en la pandemia
“Mujeres divinas, fuentes de inspiración para expresar amor, vasos frágiles, ayuda idónea del varón” son algunas expresiones que hacen ver a las mujeres como seres en quienes los hombres encuentran inspiración para la mayor expresión de sentimientos que se traducen en acciones de buen trato, de respeto, de amor, de protección y de reconocimiento de sus derechos dentro de la sociedad, pero que en algún oscuro momento de sus vidas son las mismas personas encargadas de amarlas, cuidarlas y protegerlas las que fracturan, distorsionan y desconocen el derecho que tienen ellas de ser felices a plenitud y en equidad de género, convirtiéndolas en víctimas de sus despiadadas agresiones.
La historia del mundo, sus normas, tradiciones y sus variadas culturas pusieron al descubierto, en su desarrollo, actitudes ofensivas hacia las mujeres que hoy en día son objeto de la lucha para reivindicarlas.
Los autores, protagonistas de las diferentes formas de violencia establecidas en la Ley 348 “Ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia”, ponen en alto riesgo y vulnerabilidad a las mujeres frente a otro fenómeno dañino como es la trata de personas (víctimas mujeres) que les causa inmenso dolor y sufrimiento y en muchos de los casos se convierten en un eterno tormento tras su desaparición sin dejar rastro alguno.
La trata de personas, como forma invisible de violencia hacia las mujeres, pone al descubierto la desigualdad de género y la discriminación entre hombres y mujeres, los unos como protagonistas y las otras como víctimas.
Es una expresión de cruel violencia al ponerlas en condiciones de servidumbre y explotación actualmente denominada como la “Esclavitud moderna”, sometiendo a las mujeres al poder de decisión de los hombres y sus ambiciones distintas, especialmente económicas.
Su origen responde a diversos patrones culturales de la humanidad, como el patriarcalismo que exige una urgente desnaturalización en la sociedad debido a la subordinación y dominación que lo caracteriza, de tal manera que a las mujeres se les ofrezca, otorgue y reconozca desempeñar roles sociales, familiares, políticos, etc. que no solo las sitúen al nivel de los hombres, sino que también les permita competir con ellos.
La pandemia en Bolivia: Un enfoque positivo que contrasta a las erradas percepciones, tanto de las autoridades como de la sociedad en general que, debido a las medidas de emergencia sanitaria adoptadas por las autoridades de gobierno, pensaban que los hogares se estarían convirtiendo en los escenarios de las diferentes formas de violencia, especialmente violencia psicológica y violencia física (de género), es que muchos hombres y mujeres en su condición de pareja hallaron la “oportunidad forzada” de reencontrarse y conocerse de mayor y mejor manera. Una oportunidad proveniente de la emergencia sanitaria para que la equidad de género se ponga en alto manifiesto.
Hombres con roles de adquisición de productos en los mercados, buscando recetas de comida en Internet, acompañando a sus hijos en sus clases virtuales, familias uniformando conductas de disciplina de aseo y cuidado sanitario, mujeres con sonrisas agradables ante las constantes equivocaciones de sus hombres en el desempeño en las tareas del hogar, familias mitigando las angustias provocadas por el coronavirus con clamorosas oraciones, agradeciendo y valorando cada día de vida. Todos estos detalles hicieron descubrir la mayor y mejor medida de prevención frente a la violencia de género y la trata de personas que día a día encuentran más víctimas especialmente en aquellos escenarios donde el machismo y la desigualdad de género se ponen de manifiesto.
Entre el primer semestre de 2019 y el primer semestre de 2020, la violencia en Bolivia ha disminuido en un 25%. Aprendamos a asumir las enseñanzas que la emergencia sanitaria nos ofrece.
El autor es coronel de Policía, abogado y director nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia
Columnas de JUAN CARLOS ALARCÓN ALTAMIRANO