Vacunas e idiosincrasia
Sin ser optimista, parece que en pocos meses se va a poder disponer de vacunas contra el coronavirus, podrán ser de diferentes empresas farmacéuticas, pero el fin es el mismo: evitar que las personas contraigan ese letal virus que, aunque haya afectado a la salud de algunos, sí afectó a todos en nuestra sistema y tipo de vida. Y, con muy pequeñas excepciones, los cambios que tuvimos que adoptar y que deberemos seguir teniendo, en menor grado si hay vacuna, igual nos cambian la vida.
Cuando la vacuna esté comercialmente disponible y que –superados los tremendos inconvenientes de traslado, refrigeración y dosis disponibles– llegue por fin a nuestro país, ¿cuál será el comportamiento de la población? Intento responder esa pregunta en base a las experiencias de la cotidianidad y que hacen mucho a la idiosincrasia del boliviano.
En primer lugar, el Gobierno va a dictar un decreto con demasiados considerandos que nadie lee ni entiende y con una parte resolutiva con varios puntos que darán lugar a interpretaciones diferentes de acuerdo a quien lo lea o busque qué provecho sacar.
Obviamente van a tener que establecerse prioridades: a quienes se vacunará primero, seguramente, tendrá que ser al personal sanitario, médicos, enfermeras, ayudantes, choferes de ambulancia, toda esa gente que día a día pone en juego su salud para ayudar a los enfermos. Y ahí, nos vamos a encontrar con un número de enfermeras, ayudantes, choferes de ambulancia que nunca en su vida han trabajo en este sector, pero van a aparecer para estar en primera fila.
Como la disponibilidad de las vacunas debe estar muy controlada, me imagino que van a aparecer en WhatsApp –igual que cuando hay inspección técnica vehicular ofrecen los certificados sin más trámite que enviar una foto y hacer un depósito bancario– mensajes de personas ofreciendo vacunas y con el servicio adicional de llevarlas a la casa, en una caja de plastoformo con hielo. Van a aparecer estos vividores y van a caer muchos incautos por ahorrarse algunos pesos o por la comodidad de no tener que ir a un hospital.
En algunas ciudades, grupos de pobladores van a presentarse en los hospitales exigiendo ser vacunados, sin importar prerrogativas, y si sus deseos no son cumplidos, van a reaccionar destrozando el hospital y los refrigeradores con las vacunas.
Y también hay algunos grupos de ciudadanos que declaran que no se van a vacunar y van a esperar el curso del tiempo para ver las reacciones de las personas vacunadas. No deja de tener un concepto de seguridad ese tipo de pensamiento, considerando que los tiempos de experimentación para obtener vacunas autorizadas anteriormente eran de años y ahora se han reducido por la urgencia.
Ojalá haya vacunas y ojalá sean disponibles para todos en las mejores condiciones de seguridad y economía.
El autor es abogado
Columnas de FERNANDO RODRIGUEZ MENDOZA