La pandemia no se detiene sólo con vacunas
Mientras el Gobierno utiliza la vacunación contra la Covid-19 como recurso de propaganda ideológica, política y electoral, además de ejecutarse con una lentitud que, de mantenerse, perjudicará el objetivo de alcanzar la inmunidad colectiva, los resultados de la inoculación masiva en otros países están demostrando que su efectividad para detener la pandemia puede disminuir si no se mantienen las medidas de bioseguridad.
La OMS asegura que el control de la pandemia en el mundo no se podrá alcanzar antes de dos años, tiempo en el que es necesario persistir con los planes de contención.
Esa constatación va en sentido contrario al discurso del Gobierno, que habla de “vacunación masiva”, cuando ésta avanza de manera incipiente, y parece carecer de una estrategia a mediano plazo para mantener las actividades productivas y educativas en un marco medianamente seguro.
“Ya estamos empezando la etapa de solucionar estructuralmente el problema”, declaraba el Presidente a fines del mes de enero, cuando se iniciaba la inmunización del personal de salud. Ayer, el Ministro de Salud afirmaba que “podríamos alcanzar para el mes de marzo 2.207.430 dosis que nos van a permitir inmunizar a gran parte de la población”. Esa cantidad de vacunas alcanza para 1.103.715 personas, pues cada vacuna requiere dos dosis.
Y al ritmo que se las aplican: 31.764 dosis en 28 días, se necesitarán 6.364 días para vacunar a 7,2 millones de bolivianos, es decir ¡17 años! Ni siquiera en la imaginaria hipótesis de que el Gobierno organice de manera óptima una inmunización de verdad masiva y que se cuente, en los plazos pertinentes, con las 15,4 millones de vacunas para los 7,2 millones de bolivianos, el mínimo necesario para conseguir la inmunidad colectiva que detenga el avance de la pandemia, serán necesarios al menos cinco a seis meses para ello si alcanzamos el desempeño de los servicios de salud chilenos, los más eficientes de Latinoamérica.
Pero aun así la peste no estará controlada en el país, pues, como aseguró ayer el director de Emergencias Sanitarias de la OMS, eso será posible sólo “si las vacunas comienzan a impactar no sólo en menos muertes y hospitalizaciones, sino también en las dinámicas de transmisión”.
Y ese control de los contagios será imposible si la vacunación, realmente masiva, no está acompañada de medidas de prevención y vigilancia sanitaria pública. Es decir: observación de las medidas personales de bioseguridad, pruebas a gran escala para diagnosticar nuevos casos, aislamiento de éstos y detección de los focos de contagios.
El Gobierno ha avanzado en la aplicación masiva de tests de diagnóstico, lo cual es muy positivo. Pero poco o nada hace para reforzar la conciencia ciudadana sobre los riesgos de contagio y evitar así el peligroso relajamiento en las medidas de bioseguridad.