El MIR en la fundación de la democracia contemporánea de Bolivia
El 21 de agosto de 1971, las organizaciones aglutinadas en la Asamblea Popular y las fuerzas leales al presidente Torres fueron derrotadas militarmente en La Paz, en el cerro Laikakota, previamente el 19 del mismo mes, Falange Socialista Boliviana, el Movimiento Nacionalista Revolucionario y las FFAA se habían apoderado de Santa Cruz, iniciando así la excluyente dictadura del, entonces, coronel Hugo Banzer.
En esa coyuntura dictatorial, en la clandestinidad, el 7 de septiembre de 1971 se funda el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), como resultado de la integración del Partido Demócrata Cristiano Revolucionario, el Grupo Revolucionario Espartaco y el grupo de marxistas independientes.
Desde 1971, hasta 1978, el MIR, junto con el movimiento sindical agrupado en la Central Obrera Boliviana (COB) y el conjunto de organizaciones políticas de izquierda, todos clandestinos, resistieron tenazmente a la dictadura militar logrando su desgaste, obligando al régimen a conceder una apertura y convocar a elecciones con el objetivo de legitimar su continuidad.
En ese contexto, el MIR, a diferencia de los demás partidos de izquierda, aceptó el desafío electoral y construyó un frente político (la Unidad Democrática Popular, UDP) con el cual derrotó a los candidatos de la continuidad militarista en tres elecciones consecutivas: 1978, 1979 y 1980, todas desconocidas mediante los golpes militares de Pereda, Natusch y García Meza.
Sin embargo, la férrea resistencia del pueblo bajo los liderazgos, político de la UDP, y sindical, de la COB, logró en 1982 la derrota del militarismo y la fundación de la democracia contemporánea en Bolivia, la misma que en octubre de 2022 cumplirá 40 años en los cuales, superando varias crisis, ha pasado por tres períodos: Implantación democrática, de 1982 a 1985; democracia pactada de 1985 a 2003 y socialismo del siglo XXI, de 2005 hasta nuestros días.
Tras la derrota del militarismo, en 1982 el MIR accedió al gobierno junto a sus aliados de la UDP, sin embargo, dicho Gobierno no pudo resolver la crisis estructural del Estado, la economía y la cultura del ciclo movimientista, aceptando el recorte de su mandato antes de cumplir los cuatro años de mandato constitucional. La derrota de la UDP significó su liquidación y la fragmentación del MIR en tres ramas: el MIR Masas, el MIR Nueva Mayoría y el MIR Bolivia Libre, tres realidades políticas surgidas de la misma raíz y del mismo tronco, pero diferenciadas entre sí políticamente y enfrentadas electoralmente.
De 1971 a 1982 transcurrieron 11 años en los que el MIR, desde la clandestinidad y resistiendo a las dictaduras militares, forjó una cultura política llamada “espíritu mirista”, enraizada en la ética, el anticaudillismo, los altos valores de lealtad, consecuencia y de profundo respeto por las mayorías nacionales. Lealtad y consecuencia que a sus miembros les costó derramar sudor, lágrimas y sangre. Jorge Ríos Dalenz, Carlos Bayro, Elías Rafael, Ignacio Soto, Artemio Camargo, Ramiro Velasco, Gonzalo Barrón, José Reyes, Ricardo Navarro, Jorge Baldivieso, José Luis Suarez, Arcil Menacho son algunos de los mártires, héroes de la democracia y del pueblo.
Patriotas asesinados, encarcelados, perseguidos, exiliados; huérfanos, viudas y familias perjudicadas son algunos de los costos que el MIR y el pueblo boliviano pagó para fundar la democracia contemporánea en Bolivia.
Por ello, al cumplirse 50 años del histórico 7 de septiembre de 1971, es justo rendir homenaje a los héroes mártires, pero también a los héroes sobrevivientes, al comité ejecutivo nacional del MIR conformado por Antonio Araníbar, Jaime Paz y Oscar Eid, en un principio, y Walter Delgadillo posteriormente; a las sucesivas seis direcciones nacionales clandestinas, a los dirigentes regionales y de los frentes de masas de obreros, campesinos y clases medias, a los militantes de base, a los simpatizantes anónimos y a ese pueblo mirista-udepista cuyo testimonio debemos recoger y cuyo legado, la democracia contemporánea, es necesario preservar para las futuras generaciones.
El autor es abogado
Columnas de FREDDY CAMACHO CALIZAYA