21F por siempre
Este martes 21 de febrero (21F) se conmemoran siete años del referéndum en el que ganó el No a una cuarta candidatura presidencial de Evo Morales, un aniversario que posiblemente pase inadvertido por las fiestas de Carnaval, pero que, pese a todo, subsistirá en el tiempo como la impronta de una decisión de las mayorías que fue mañosamente ignorada por el Gobierno del MAS y cuya reacción desnudó la verdadera faceta de este partido: una indiferencia total a la voluntad popular y a la que sólo embandera cuando le es favorable.
Ya antes, Morales había dado señales de esta posición con su “le meto nomás”, y ya antes también el MAS había pasado por alto la inconstitucionalidad de una tercera candidatura, con el argumento de que la primera gestión no contaba por pertenecer a otro Estado, la “estrategia envolvente” esgrimida por García Linera.
Pero lo que ocurrió ese 21 de febrero de 2016 fue el corolario: el No había vencido con el 51,3 por ciento de los votos frente a un 48,7 por ciento del Sí. Y aunque Morales había prometido antes que respetaría el voto popular (el referéndum era vinculante), al final el Gobierno sacó una ganzúa de la bolsa: acudió al Tribunal Constitucional y logró su habilitación arguyendo que limitar su reelección violaba el artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en lo relativo a los derechos a elegir y ser elegido. O sea, se violaba el derecho humano de Evo de ser elegido indefinidamente.
Más tarde, en agosto de 2021, ante la consulta del gobierno de Colombia, la Corte IDH emitiría una lapidaria resolución en la que explícitamente sentenciaba: “La reelección presidencial indefinida no constituye un derecho autónomo protegido por la Convención Americana ni por el Corpus Iuris del derecho internacional de los derechos humanos”, mientras que otra parte del mismo documento señalaba: “La habilitación de la reelección presidencial indefinida es contraria a los principios de una democracia representativa”.
Pero este pronunciamiento llegó algo tarde y Morales le metió nomás. Los analistas dicen que este desconocimiento marcó el principio del ocaso del líder masista y recuerdan que los magistrados que avalaron su repostulación deben ser procesados.
Entre tanto, el 21F quedará como eso, como un grito ignorado de la voluntad popular, como un atropello al estado de derecho (el verdadero golpe), pero también como un quiebre en la sucesión de los hechos y como una bandera de este país en la permanente lucha por la democracia.