El “líder de los humildes” nos arrollará
A fines de febrero, mientras se desarrollaba el festival de la Qhonqhota en la desatendida región del norte de Potosí, Evo Morales se llevó un gran disgusto cuando subió a la testera y Martín Choque, encargado de culturas del municipio de Uncía, le retiró la silla de un manotazo, manifestándole que no era bienvenido allí.
A consecuencia de ese arrebato de inspiración, el pobre Choque, primero fue sometido a chicotazos, patadas y golpes por presuntos defensores de Morales, que además amenazaron con matarlo; luego, las autoridades de Pucara, insatisfechas con la brutal guasca, determinaron expulsarlo de su ayllu y además exigir al alcalde que lo destituyera de su cargo; finalmente, en un tramposo cabildo, su esposa, que estaba embarazada, fue sometida a una golpiza que le provocó un aborto. La víctima presentó una denuncia, pero el alcalde de Uncía, a quien los argentinos definirían como un clásico papamoscas, anunció que la convencería de desistir de su demanda y así “devolver la tranquilidad” a la población.
Es cierto que, en lugar de empujar la silla, hubiera sido más prudente que Choque pidiera el micrófono y, mirando a Morales a los ojos, le dijera lo que muchos quisiéramos decirle: Este no es un acto político, señor Morales, es un evento cultural. Usted viene a hacer proselitismo cuando faltan más de dos años para las elecciones. Al respecto, ¿por qué está tan empecinado en retomar el poder? ¿Por qué piensa que usted es la única persona idónea para conducir el país? Ya gobernó por casi 15 años y, transgrediendo los resultados del 21F, buscó llegar a 20. ¿Por qué no da un paso al costado y da espacio a nuevos actores que promuevan la concertación y generen menos polarización? ¿Acaso no desea usted que se descomprima la tensión y los bolivianos comencemos a llevarnos mejor? Más que un patriotismo ferviente, lo que usted tiene es adicción al poder.
Martín Choque pudo haberle dicho todo eso y mucho más, pero nada lo hubiera librado de recibir una paliza despiadada de parte de esa jauría de estúpidos mercenarios.
El Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade) demandó a la Fiscalía que procesara a los agresores por infanticidio y tentativa de homicidio. El Defensor del Pueblo, con voz suave, casi un murmullo, recomendó a las autoridades que atendieran este hecho. El ministro de Justicia, en un tuit cargado de humo, dijo que no permitiría que estos hechos de vandalismo quedaran en la impunidad. Pero el que no se manifestó en ningún momento es Evo Morales. No expresó públicamente su reprobación del uso de la violencia para suprimir la libertad de expresión, no disculpó la acción irreflexiva del humilde Martín Choque ni llamó a la calma a los comunarios de Uncía.
Es decepcionante que no haya emitido ninguna declaración en pos de la paz. Se espera más grandeza de un exmandatario y actual candidato presidencial que además se define, según el título de su programa radial, como “líder de los humildes”.
Tampoco se pronunció a los pocos días, cuando Abelardo Colque, presidente de la brigada parlamentaria de Potosí, fue sorprendido por una manada de trogloditas que irrumpió en su oficina y lo golpeó salvajemente por defender públicamente la gestión del presidente Arce. “Vas a aprender a dar una conferencia de prensa”, le dijo uno de los criminales mientras lo pateaba en el piso. El congresista, con el rostro ensangrentado, también acusó a sus agresores de ser enviados por Evo Morales.
Es indignante que el expresidente, vulnerando nuevamente las normas y demostrando una economía portentosa, haya comenzado tan pronto su campaña electoral, y son alarmantes las prácticas gansteriles de sus seguidores, que sindican de traidores y desgarran como trapo viejo a los correligionarios que le bajaron el pulgar.
Si actúa con tal crueldad con sus excompañeros, sus críticos y opositores no podemos esperar menos que castigos medievales si Morales recupera el trono, pues el “líder de los humildes” no tiene ni una partícula de humildad, al contrario, es rencoroso y vengativo y le gotea el colmillo por arrollar con su Land Cruiser venezolano a todo aquel que le salga al frente.
El autor es arquitecto en Atelier Puro Humo
Columnas de DENNIS LEMA ANDRADE