Massa deja a Milei al borde del knockout en la primera vuelta
Cuando todo mundo esperaba un triunfo de Javier Milei y únicamente se debatía si los votos le alcanzarían para ser presidente sin necesidad de segunda vuelta, apareció Sergio Massa e hizo añicos el sueño de los libertarios argentinos y los de otros países en los que era observado como la esperanza de la derecha “despeinada”.
“Primera vuelta, la p… que lo parió”, cantaban los simpatizantes del candidato de La Libertad Avanza en el cierre de campaña de Milei en Buenos Aires, hace algunos días, confiados en que su estado de ánimo se reflejara en las urnas. Lo peor que podía ocurrir era que la diferencia con Sergio Massa no fuera tan grande como para que Milei se pusiera la banda tras la primera vuelta, pero la victoria estaba cantada.
Nadie iba a imaginar que la “sorpresa” —que nunca falta en la política— la iba a dar el enemigo principal, el símbolo más acabado de la “casta” contra la que los libertarios se estrellaron con aparente éxito durante gran parte de la campaña.
Con el 98% de los votos escrutados, el oficialista Massa (36,6%) le saca más de seis puntos a Milei (30%).
A finales de la tarde del domingo, los conductores de algunas radios, que posiblemente albergaban la esperanza de un cambio, no necesariamente relacionado con Milei, anticipaban lacónicamente que las cosas no eran como se esperaba.
¿Qué pasó con Milei? Tal vez se sobreestimaron sus posibilidades. Se pensó que el voto de las primarias (PASO) podía incrementarse a la hora de la verdad y que solo quedaba por saber quién iba a ser el rival en el balotaje. Las cosas fueron distintas. Massa creció más de nueve puntos respecto a las PASO (de 27% a casi 36,68%), Milei se mantuvo en el 30% y Bullrich cayó al 23,8%. Los nombres de la segunda vuelta no variaron, pero sí el orden de los factores, lo que cual si podría alterar el producto.
El libertario no convenció a nadie más. Se quedó con un tercio y de paso impidió el crecimiento de la opción, posiblemente más seria y racional, que representaban Patricia Bullrich y Juntos por el Cambio. Sin proponérselo, al menos por ahora, Milei le sirvió la mesa a Massa y quedó abierta la posibilidad de que el peronismo continúe en el poder, a pesar de todo, algo que hasta hace poco era considerado virtualmente imposible.
A partir de ahora, los finalistas disputarán el casi 24% que obtuvo Bullrich. Obviamente las cosas no son tan automáticas como para anticipar que todo ese caudal se irá con Milei. La gente que votó por Juntos por el Cambio como la opción opositora lo hizo, entre otras cosas, porque no comparte los “excesos” del jefe de la Libertad Avanza, no es un votante que se deje seducir por los “fuegos artificiales” de una campaña que disparó en todas las direcciones, que puso en duda la represión durante la dictadura de Videla y que incluso se lanzó contra el propio papa Francisco.
También está en disputa el casi 10% que lograron los candidatos de izquierda Juan Schiaretti y Myriam Bregman, que se ubican mucho más cerca de Massa que de Milei.
Milei fue víctima de su propio entusiasmo. Pensó que las “pavadas” iban a seguir generando frutos y que los gritos iban a imponerse a los silencios de una clase media argentina que la pensó muy bien, según se ve, antes de entregarse a una suerte de ciego desenfreno supuestamente libertario.
Falta la segunda vuelta, a la que llegan un Massa empoderado por un respaldo que posiblemente no esperaba y un Milei desconcertado por un golpe que lo deja al borde del knockout.
El autor es periodista y analista
Columnas de HERNÁN TERRAZAS E.