Libertad de expresión
La medalla Ana María Romero de Campero a la Libertad de Expresión ha sido anoche entregada por la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), a la directora de Los Tiempos, Luz Marina Canelas.
Ese premio había sido originalmente otorgado a este diario y, luego, “considerando los (…) cambios accionarios del periódico Los Tiempos”, la APLP resolvió entregarlo “ya no a la empresa como tal, sino a (…) la actual directora del medio”.
Ella lo ha recibido en nombre de los periodistas actuales y de todos los que trabajaron en la Redacción de este periódico desde su creación.
Es un reconocimiento honroso —al que no se postula— y tiene un valor especial porque “la libertad de expresión y de prensa son condiciones esenciales para el ejercicio de los demás derechos”, como bien recordó la presidenta de la APLP anoche, en su discurso de circunstancia.
Y Los Tiempos lo recibe con el orgullo de merecerlo “por 80 años de trabajo incansable por la libertad de prensa y por hacer el mejor periodismo”, como menciona nuestra directora.
Nos sentimos plenamente merecedores de este reconocimiento, porque desde que fue creado, en septiembre de 1943, hasta hoy, Los Tiempos ha ejercido —en permanencia y siempre al servicio al interés colectivo— un periodismo crítico y cuestionador al poder político, en todos los regímenes que gobernaron el país, democracia y en dictadura.
Ese merecimiento es proporcional a la responsabilidad que asumen todos los periodistas de este medio al cumplir cada día “la tarea de brindar un servicio para que la gente pueda tomar decisiones informadas en muchos ámbitos de su vida, pero también para que puedan ejercer sus derechos”, como bien lo expresa la presidenta de la APLP.
Una tarea tanto más difícil cuanto vivimos “una coyuntura muy complicada para el periodismo en el país”, recuerda nuestra directora evocando lo señalado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH: “nunca antes había sido tan difícil ejercer el periodismo en Bolivia”.
Es una dificultad familiar para este periódico que sufrió, desde sus primeros años, la presión —y represión— de los gobiernos de turno, al punto de ser destruido en 1953 en represalia por el periodismo independiente y cuestionador que ejerce y ejerció.
Hoy, Los Tiempos se acomoda al cambio empresarial más significativo de su historia: la trasferencia de todos los activos de su casa matriz Editorial Canelas S.A. a un nuevo propietario.
Son nuevos tiempos, diferentes a los anteriores en el plano empresarial, en los que la dimensión periodística que nos hizo merecedores de la Medalla a la Libertad de Expresión, tendría que continuar invariable.