Estructura
En la naturaleza los animales jamás siguen a un líder ladino, poco confiable, incapaz, porque si esto ocurriría la sobrevivencia de la manada estaría en peligro, por eso los animales jamás siguen a un miembro con estos signos.
Los animales nunca fallan, siempre el mejor del grupo es el líder, éste es el que vela por la supervivencia de la manada, es el que asegura la alimentación del grupo, la defensa y el ataque ante los peligros, es el que brinda seguridad y bienestar a todos.
Observada la organización interna de cualquier manada de lobos, la idea de que el hombre es el único animal capaz de vivir en una estructura social perfecta se vuelve pretenciosa porque entre los lobos el liderazgo nace de la solidaridad de la manada, son los lobos en la manada los que admiten quien debe dirigirlos, nunca se equivocan en admitir a su guía. El cumplimiento acabado de sus reglas es premisa ineludible para los lobos, el desfasado o perjudicial es expulsado de la manada.
Winston Churchill decía que “La principal diferencia entre los humanos y los animales es que los animales nunca permitirían que los lidere el más estúpido de la manada”.
Esa fórmula nos pone en aprietos porque entre nosotros, los civilizados, existen políticos estúpidos, traidores, ambiciosos, taimados, cínicos, arteros, iletrados que impulsados por sus ambiciones personales utilizando artificios aparecen de líderes hasta llegar a ser presidentes.
Estos engaños no se dan entre los animales. Esta despreciable conducta no está presente ni siquiera entre los animales de carroña, entre las hienas o entre los buitres, estos animales no conocen la traición, no se alimentan devorando a los de su misma especie.
Los políticos civilizados, los que prometen una Suiza para Bolivia, los que vendieron nuestro mar, los que viven del narcotráfico, los que sustituyen la palabra por el silletazo, los que en vez de hablar gruñen, los que dicen una cosa y hacen otra distinta, los que viven viajando a islas paradisiacas con los impuestos del pueblo, los que ocultan su fortuna malhabida en los paraísos fiscales, los que engañan y le roban a sus congéneres son los erigidos en líderes.
Además, los animales no mienten, así las hormigas y las abejas en la admirable construcción de sus obras y de sus gobiernos no inventan ficciones, mentiras, no necesitan crear falsedades, no saben de ambiciones ni traiciones, el interés del grupo es lo supremo por lo que se podría concluir que el humano es menos que las hormigas y que las abejas.
Y la gente, a la que se la engatusa, es empujada a depositar su voto en favor de su líder dotado de ambiciones y engaños para conformar la estructura social que es antítesis de la animal.
En definitiva, en organización social, ¿el hombre será superior al animal?
El autor es jurista
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA