La historia del rescate de los sobrevivientes de la avioneta CP 1099 en Beni
Una llamada lo empezó todo, normalmente, en el imaginario colectivo, se piensa que una llamada en altas horas de la noche o de madrugada, es un mal presagio, en este caso, la llamada fue un rayo de esperanza, un hecho en medio de una cadena de sucesos que culminarían con uno de los “milagros”, más increíbles que hubiera visto este departamento en mucho tiempo.
Eran aproximadamente las 12:30 de la noche del día viernes 2 de mayo, cuando el alcalde de San Javier, Cristian Velasco, respondió una llamada que cambiaría su vida y lo llevaría a ser parte de una de las hazañas más impresionantes e inspiradoras de nuestra historia.
Velasco, a media noche, contestaba varias llamadas que le decían algo que ya corría como un rumor, “un grupo de pescadores había visto y escuchado gritos de personas, que podrían ser sobrevivientes de la avioneta desaparecida”, decía el rumor cada vez más grande.
“El día viernes en la noche, 12:30, recibí una llamada de una concejal, recibí la llamada del alcalde de Huacaraje, y recibí la llamada desde la comunidad Pedro Ignacio Muiba, de don Quintín (comunario oriundo de Huacaraje) y de Mabel ( dirigente de la comunidad Pedro Ignacio Muiba), ambos conocen muy bien la zona de Pedro Ignacio Muiba, y ya habían escuchado que un grupo de pescadores localizaron aparentemente a sobrevivientes de la avioneta (…) entonces, al recibir esa información, tomamos la decisión de manera inmediata, lo llamé a la una de la mañana a los técnicos del municipio, llamé al enfermero de la comunidad La Curva del Río Negro, que se encontraba por el feriado, se encontraba acá en Trinidad, y tomamos la decisión de agarrar un bote e irnos de manera inmediata a Pedro Ignacio Muiba”, relató Velasco.
Una de la mañana con treinta minutos, Cristian Velasco y la comitiva de su municipio, parte rumbo a la comunidad Pedro Ignacio Muiba, la esperanza en el pecho hacía palpitar los corazones, ante la posibilidad de un milagro, se preparan lo mejor que pueden, Cristian carga con dos drones que son suyos, la idea de hacerlos volar en el área para buscar a los sobrevivientes es lo que tiene presente al momento de embarcar ambos aparatos.
“ Salimos una y media de la mañana, hemos llegado a Pedro Ignacio, al promediar las seis y media de la mañana, ya estaba la comisión del Carmen de Itenez, que es importante mencionar, porque he visto en todos los medios de que no se ha nombrado a la comisión del Carmen de Itenez, que estaba encabezada por el señor Juan Pablo Sandoval y todo el equipo, más la ambulancia de la alcaldía de Huacaraje y el médico de Huacaraje”, afirmó Velasco.
Sandoval al parecer es un comunario más que decidió sumarse a la búsqueda y apoyar los esfuerzos, encabezaba la comisión del Carmen del Itenez y estaba en un bote con un motor no muy grande.
“La comisión de la alcaldía de San Javier, estaba conformada por mi persona, el señor Limbert Espinosa, el doctor Sergio Rivero, y el licenciado Carmelo, que es el médico de la comunidad de La Curva del Río Negro”, completó el alcalde en este punto.
Ambos botes, parten de Pedro Ignacio Muiba, demoraron aproximadamente una hora con 45 minutos en llegar a la entrada a Laguna “Galpón” (así llaman los comunarios a este cuerpo de agua), de ahí enfilan por un arroyo que conecta el río Itonama a la laguna.
“Nos fuimos hasta, más o menos hemos tardado, hasta la entrada al galpón, a la Laguna Galpón, que fue donde cayó la aeronave aproximadamente una hora cuarenta y cinco minutos, y de ahí entramos otros treinta minutos por el arroyo, y ahí fue donde nos percatamos de que, nosotros teníamos la esperanza de que estos pescadores ya hubieran sacado a todos los tripulantes y encontrarlos en tierra firme, pero no fue así, fue así que llegamos al arroyo, inmediatamente subimos el dron, y ahí pudimos contactar de que ellos (los pescadores) habían salido, no he tenido contacto con ellos, pero por el recorrido que habían hecho, estimo que lo habían hecho en la madrugada, pero me imagino que al calor del momento, y viendo los gritos de desesperación, las señas que hacían los tripulantes de la avioneta, tomaron la decisión de en la noche partir, y ahí es cuando nos damos cuenta de que ellos habían tomado una ruta mucho más larga que la que podían tomar”, relató Velasco.
En ese momento de la mañana, bordeando las nueve de la mañana, Velasco, decide lanzar uno de sus drones, luego los sobrevivientes relatarán como al divisar el drone, hacen un ademan que denota el pedido por ser rescatados, este ademan permite que el pequeño aparato del alcalde de San Javier, capte una imagen de los sobrevivientes, que está llamada a convertirse en un icono de la esperanza, de la fe, de la fortaleza del ser humano frente a las adversidades más difíciles, esa foto, que además es la portada de nuestra edición de hoy, y que seguramente, perdurará en la eternidad, es la prueba irrefutable, que en la noche más oscura, siempre hay espacio para la esperanza.
“La emoción del grupo fue fantástica, porque ahí, todos los que estábamos, porque estábamos los dos, los dos botes juntos, la comisión del Carmen y con la de San Javier, y ahí, bueno, gritar de felicidad, porque le dije, todos están vivos, todos están vivos, están bien… y en el transcurso de eso, llegó la comisión del SAR y de la Unidad de Gestión de Riesgo (UGR) de Trinidad”, recordó Velasco.
Cristian recuerda como en ese tercer bote que apareció en aquel momento viajaban miembros del SAR, de la UGR de Trinidad pero también el padre del piloto, y el propietario de la avioneta, dato no menor, pues el progenitor del heroico capitán Velarde, al escuchar y ver a su hijo con vida, no puede evitar romperse en llanto, un llanto al que muchos de los integrantes de estos tres botes se suman, pero como lo relató Velasco, eran lágrimas de felicidad.
“Entonces ahí, lo primero que hago es mirarlo, cuando se acercan a nosotros, y le digo, están todos bien, está vivo, le digo. Entonces, bueno, la emoción lógica del papá, de ver, pues no, de que le mostré las imágenes en el dron, de que estaban todos bien (…) todos nos emocionamos, nos quebramos, y nos pusimos más que todos felices, contentos de ver esa imagen, porque realmente es un milagro… Solamente Dios para eso”, recordó emocionado Cristian Velarde.
La mañana seguía su cauce natural y el sol iluminaba plenamente desde el cielo hasta el horizonte, el grupo, ahora compuesto por tres botes, decide -luego de la alegría inicial- tomar otra ruta para tratar de llegar hasta los sobrevivientes, sabiendo que los pescadores seguían otra ruta, un poco más larga, ellos toman la opuesta, la idea era simple, no importaba cual llegaba primero, lo único que todos tenían en mente…era llegar a los sobrevivientes.
El grupo toma ruta en fila india, un bote a la cabeza, los dos lo siguen, el de menor potencia en el motor se coloca en la vanguardia, el de mayor fuerza al medio, y el mediano va por detrás.
“Entró primero la comisión del Carmen de Itenez, que iban en un motor de 15 caballos, atrás de ellos entró la comisión del SAR y la UGR, que iban con un motor de 40 caballos, y nosotros de terceros, con el motor de 30 caballos”, relató Velasco.
Pero avanzar no era fácil, esta laguna por los años de sequía se convirtió en un “Yomomo”, ósea, un terreno pantanoso con plantas y hierbas, fangoso, pero con una capa de agua poco profunda, que permite el paso de embarcaciones de poco calado, pero que es extremadamente peligroso.
Los botes tuvieron que abrirse brecha a punta de machete para limpiar el camino de las plantas y siendo empujados por palos o remos, porque los motores no podían operar a toda su capacidad, realmente un camino tortuoso que requirió de un gran esfuerzo físico.
“Entonces íbamos abriendo eso. Imagínate los otros compañeros, los pescadores, lo que han tenido que vivir. Nosotros, en las imágenes, hicimos la medición, aproximadamente dos kilómetros, ellos lo que han tenido que abrir para poder llegar hasta la avioneta”, remarcó Velasco, lleno de admiración para con el esfuerzo que hicieron los pescadores.
“Dos kilómetros a punta de machete. A punta de machete y de singar (palabra que se usa para describir cómo se empuja la canoa con un palo), porque eran pocos los lugares donde ellos podían utilizar el peque peque (un tipo de embarcación con un motor con la cola larga)”, remarcó el alcalde de San Javier.
Cuando el grupo compuesto por los tres botes se iba acercando al lugar del accidente, el bote con los pescadores logró llegar a ellos, la alegría desbordó entre todas las personas que estaban en esa laguna, además, el grupo podía ver todo desde las imágenes que iba capturando uno de los drones.
Así, Velasco, pudo capturar otra de las imágenes que están llamadas a ser eternas en la memoria de los benianos y bolivianos, el momento en el que el bote con los pescadores alcanzó a los sobrevivientes, uno de los integrantes de ese grupo estiró la mano, el capitán Velarde desde el lugar donde permaneció casi 40 horas, estiró la suya, ambos con el deseo profundo de tocarse, de alcanzarse, la vida venciendo a la muerta en la hermandad de dos manos tocándose, la foto tomada por el drone parece imitar la imagen que pinto Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, en esta Dios extiende su mano al hombre, aquí, la vida extiende su mano y la fe trata de tomarla.
Una vez rescatados los sobrevivientes, subidos al bote de los pescadores, llegó el helicóptero, en un primer momento realizó un sobre vuelo y regreso a Pedro Ignacio Muiba, aparentemente el protocolo y la planificación lo llevaron a tomar esa decisión.
20 minutos después, el helicóptero vuelve hasta el lugar del rescate, los sobrevivientes ya montados en el bote de los pescadores, tienen que volver encima de los restos de la avioneta.
Al parecer las maniobras del aparato, el viento de sus aspas, provocaba que el bote donde iban rescatadores y rescatados se alejará y se moviera inestablemente, por lo que según relatan los demás equipos de rescate, los pescadores dejaron a los sobrevivientes sobre la “panza de la avioneta” que, estando fija al ras de la superficie del agua, permitió al equipo de la Fuerza Área Bolivia (FAB), completar el rescate y posterior evacuación.
“Hace un sobrevuelo, por ahí, encima de ellos, y toma... Me imagino que por el protocolo regresa a Pedro Ignacio Muiba (…) Y retorna a los 20 minutos, ya estaban, sí, los... Los pescadores. Los pescadores ahí, con los... con los tripulantes de la aeronave, y de la fuerza del helicóptero cuando quiere bajar, lo empujaba al bote, donde estaban los pescadores. Entonces, me imagino que por un tema de protocolo toman la decisión de que bajen los tripulantes de la avioneta y los devuelven al lugar de donde estaban (encima de la panza de la avioneta), además era un lugar fijo, pues era la avioneta, no se podía mover por la fuerza, en cambio al bote lo hacían que se recorra unos 20 o 30 metros. Y ahí es donde viene el rescate por parte del piloto”, afirmó Velasco.
“Es lo que todos vemos, y no te imaginas, el nerviosismo, estábamos con los pelos de punta (…) En el momento del rescate pasaron aproximadamente 5 minutos, que es donde ya la aeronave logra ascender y de ahí suben. Pero el nerviosismo de verla bajar después de... No, si eso es lo que decían, el nerviosismo, y lo veía también a los familiares allá, porque, imagínate, una maniobra... Mala y todo se... se fregaba, ¿no? Porque, realmente, fue una maniobra complicada”, relató el alcalde de San Javier.
De esta manera, pasando aproximadamente un cuarto de las 10 de la mañana, eran rescatadas las cinco personas que viajaban en la avioneta siniestrada, con vida, a pesar de las lesiones, estables, sanos.
Un cúmulo de cosas se alinearon una detrás de otra para permitir que esas cinco personas estuvieran vivas, la pericia del piloto que logró aterrizar la aeronave de forma que ningún pasajero perdiera la vida, el combustible que se regó al agua se convirtió en una barrera que los protegió de animales y alimañas que pudieron haber puesto en riesgo su vida, la casualidad que un grupo de pescadores escuchen con oído afinado y sensible a los sonidos más distantes escucharan los gritos de auxilio, la bendición de que esos gritos de socorro fueron respondidos por hombres y mujeres de buen corazón, llenos de amor al prójimo, llenos de coraje y fortaleza, virtudes que encumbraron en lo alto del olimpo a este grupo de personas, como héroes.
“Nombre de los héroes; mis primos y mi tío, Familia Mancilla; Faizar Ayala Mancilla y su esposa María Ester Cuellar; Armando Mancilla Nogales; Rodrigo Mancilla; Lery Mancilla; Elian Marcos Mancilla; Roni Mancilla; Liam Mancilla”, se lee en una publicación en línea, que nombra a todos los pescadores y pescadoras que realizaron el valiente rescate.
La casualidad de encontrar además en personas de otros pueblos, corazones valientes y decididos a ayudar, corazones decididos a no desfallecer y a arriesgarse por intentar salvar la vida de personas que estaban en peligro.
Todas estas casualidades juntas, para las personas de fe, tiene un nombre y solo un nombre, milagro, y sí, parece un milagro, el Milagro de “Laguna Galpón”.