Los nuestros. Literatura infantil y juvenil boliviana: "El auto gris con vidrios más grises todavía”
Recomiendan Ibby- Bolivia, Biblioteca Thuruchapitas
Desde la primera página, desde el nombre del pueblo, se instala el misterio: El Albur significa desgracia, sino, fatalidad, hado, contingencia y otros significados parecidos que Doña Vale, busca en el internet y Henry José convoca al pueblo para hablar de “algo oscuro, …muy oscuro” que era la llegada del auto gris que pasa por el pueblo a la media anoche.
Los personajes, uno tras uno, se sienten señalados por el enigma, por el misterio del auto gris que visita al pueblo a la media noche.
Esto determina la aparición de una preocupación escondida, secreta en cada uno de ellos. Todos se sienten, buscados, señalados, o escogidos por el misterioso visitante que maneja el auto gris. Se ínstala un hecho psicológico interesante digno de la observación de una psicóloga como es Rosalba Guzmán: la susceptibilidad.
Todos tenemos en grado mayor o menos, algo escondido, algo sepultado en lo íntimo de lo que no hemos hablado nunca, ni queremos hablar. Ese algo es despertado en el retado con la visita del misterioso auto gris. Una buena parte del libro cuenta las reacciones de los diversos personajes sobre ese hecho escondido. Una culpa escondida se pone en primer plano para cada uno. Es el juego con la susceptibilidad de ser él o la elegida. En realidad el misterio está en cada uno de los personajes, en su secreto. Todos están susceptibles, creen, que el visitante conoce su secreto. Y creen también, por lo raro de aquella vista que se trata de la muerte. No obstante la seriedad con que cada protagonista vive ese problema, las situaciones son todas muy divertidas para el lector.
Rosalba tiene una marca indeleble cuando escribe. Juega al escribir. Las palabras se vuelven instrumentos extraños, divertidos, subversores mecanismos. Las situaciones más serias son contadas como jugando y los juegos divertidos de la vida son contados en serio.
La expresión, “el auto gris con vidrios más grises todavía”, que es el título del libro, se repite por lo menos unas treinta veces y no cansa al lector. Cumple la función de confirmar que ha llegado el misterio a cada personaje. Divierte, anticipa, adelanta y retrocede, incita al lector a repetirlo. Es decir le hace jugar constantemente.
El libro “El auto gris con vidrios más grises todavía” es un libro distinto al que siempre conocemos. Sólo cuando lo vemos, físicamente con los ojos entendemos, esas alteraciones de tamaño de las letras, entendemos este hecho para-lingüístico, más bien gráfico. Una exigencia de la autora, sin cual el libro no conseguiría lo que consigue.
Este relato fantástico- realista está destinado a jóvenes buenos lectores, que pasan de los 13 o 14 años, que serán capaces de comprender esa dualidad: lo real y sus simbolismos o dimensiones fantásticas en un mismo relato.
Recomendado por Gaby Vallejo