
LA MADRIGUERA DEL TLACUACHE
En un video dedicado a la Virgen María en su mes, una youtuber cuenta cómo Michele Ferrero, hijo del fundador de la marca de chocolates, creó los bombones Ferrero Rocher inspirado en la Virgen de Lourdes de la que era devoto: envoltura dorada del chocolate, textura rugosa de la capa exterior que simboliza la piedra de la que está hecha la gruta francesa de Lourdes, la forma de una cueva en el interior y una avellana en el centro que representa a la Virgen.
Es conocido que cuando a Winston Churchill le preguntaron cómo había logrado alcanzar la longevidad, él respondió “No sports” (“solamente puros y whisky”).
Churchill era un agudo provocador. Su sarcasmo confirmaba la excepción a la regla y, a la vez, la relevancia del deporte en la salud humana: el ejercicio mejora la fuerza muscular y la resistencia, envía oxígeno y nutrientes a los tejidos y contribuye al sistema cardiovascular.
Tiendo a pensar que cuando uno se asume de tal o cual corriente ideológica, de tal o cual postura política, o de tal o cual religión, lo hace con la íntima convicción de que, aun con los extremos o vicios de ciertos correligionarios, los principios compartidos ahí dentro son una guía del comportamiento.
La tristeza no es, por sí misma, una causa de muerte clínica directa. Con otras emociones “negativas” (asociadas a la depresión), empero, una persona orgánicamente sana puede comprometer su salud física y padecer enfermedades cardiovasculares. Al parecer la depresión incrementa la liberación de hormonas asociadas al estrés, las cuales inducirían a fenómenos inflamatorios o de aterosclerosis. Es decir, la pena profunda podría afectar de tal modo, que eventualmente conduciría –indirectamente- al deceso de quien la sufre.
La película Emilia Pérez estuvo nominada a los premios Óscar en no sé cuántas categorías. Sea como fuere, solo Selena Gómez merecía esa nominación. Reclutada por su ascendencia mexicana, la actriz de marcado acento gringo, debió de hacer un esfuerzo descomunal durante el rodaje para no reírse de sus propios diálogos.
Tenía un amigo que —con resignación impostada— presumía su mediocridad como una cualidad personal. Alardeaba, sí, de su empeño por ser el mejor de los mediocres (…). Y es que así como se puede ser un mediocre sobresaliente, se puede vivir siendo un esnob auténtico. Un mimo permanente que remeda solo lo que considera refinado.
Leí hace unos días una entrevista de la BBC a la filósofa estadounidense Susan Neiman a propósito de su presencia en el “Hay Festival” de Cartagena. Neiman se autodefine de izquierda, lo que me sirve de coartada para esta columna.
La fe ciega puede conducirnos al abismo. Aunque muchas veces nos lleva a espacios edénicos. Suelo depositar toda mi confianza en los libreros, que con desprendimiento intelectual —acompañado de algún apetito comercial, obvio— recomiendan, sobre la base de un algoritmo improvisado obtenido de los textos que buscan los lectores en ese momento, libros por lo general desconocidos.
Pese a que no me tocó vivir las revueltas setenteras ni he sufrido nunca un golpe de Estado, soy hija del exilio (mi padre, chileno, escapó de los tanques pinochetistas) con un padrastro boliviano entrenado militarmente en Albania para la guerrilla, quien sufrió clandestinidades, destierros y campos de concentración con torturas físicas y sicológicas.
Analistas norteamericanos parecen coincidir en que lo que sucedió en las elecciones estadounidenses no fue tanto un triunfo de Donald Trump, como una derrota de Kamala Harris. Un dato que abona esa conclusión es que desde 2004 el candidato demócrata no perdía la mayoría del voto popular.