Huanchaca: 30 años de la mayor narco crisis boliviana
Texto: Rafael Sagárnaga L.
CONSPIRACIÓN | LA FATALIDAD ESPARCIÓ EL BLANCO POLVO DE ESTE ESCÁNDALO A AL MENOS CUATRO GOBIERNOS BOLIVIANOS. Y FUE MUCHO MÁS. EL NARCO ESCÁNDALO DE HUANCHACA INVOLUCRÓ A LA DICTADURA ARGENTINA, PARAMILITARES NICARAGÜENSES, LA DEA, LA CIA Y HASTA A UN PRE CANDIDATO PRESIDENCIAL ESTADOUNIDENSE.
Hace 30 años, entre septiembre y octubre de 1986, Bolivia amaneció durante semanas a la espera de resolver una intriga: ¿a quién realmente pertenecía la megafábrica de droga donde había sido asesinado uno de los científicos cruceños más destacados?
La conmoción se desató ese 5 de septiembre. Una expedición científica se había adentrado a aproximadamente 750 kilómetros al noreste de Santa Cruz. Sobrevolaba la zona de Huancahaca, en medio de una selva de rasgos prístinos. Y aquella mañana los investigadores cometieron un error fatal: aterrizaron su avioneta en la meseta de Caparú, sobre la pista de una narcofábrica, a la que confundieron con una estancia.
Al bajar de la aeronave se les acercaron dos individuos armados con ametralladoras. El naturalista Noel Kempff Mercado, quien lideraba el grupo, al advertir el error expresó: “Nosotros somos personas de paz, venimos en misión científica y no somos policías”. Fueron sus últimas palabras. Segundos después una ráfaga acabó con su vida.
Los vigías de la narcofábrica tampoco tuvieron contemplaciones con los otros tres miembros de la expedición. De inmediato victimaron al guía Franklin Parada Auclos. El piloto Juan Cochamanidis fue asesinado minutos más tarde mientras intentaba huir por medio del bosque. Sin embargo, Vicente Castelló, un científico español, logró sobrevivir. Escapó sin que lo alcancen las balas y se escondió entre las lianas del monte durante horas.
Entonces tuvo la suerte de observar y llamar la atención de otra avioneta. Hizo señales y logró que aterrice. Subió a la nave y pidió a los pilotos que despeguen de inmediato alertándolos de que los sicarios podían volver. Tras llegar a Santa Cruz informó sobre las muertes del renombrado científico boliviano y sus acompañantes.
TODO A FAVOR DE LOS NARCOS
Sin embargo, sucedió lo probablemente más inesperado: recurrentemente los operativos de rescate y de intervención armada del lugar se fueron postergando y hasta abortando durante más de 72 horas. El asombro creció puesto que precisamente en aquellos días se encontraban en Bolivia aeronaves y tropas estadounidenses. Helicópteros “Black Hawk”, aviones hércules y Marines habían llegado para combatir el narcotráfico. Las excusas sumaron desde dificultades de comunicación con las autoridades responsables hasta falta de gasolina o mal clima.
Cuando las primeras autoridades arribaron a Huanchaca, parte de las instalaciones habían sido desmanteladas. Quedaban esparcidos por una virtual ciudadela restos de precursores y droga. El escándalo estalló y llegó hasta el Congreso boliviano donde se exigieron explicaciones y se conformó una comisión investigadora.
“Una relación de las principales declaraciones prestadas por autoridades civiles y militares sobre los sucesos de Huanchaca ante la Comisión Mixta del Congreso confirma, una vez más, que la mayor responsabilidad pesa sobre el Ministro del Interior (Fernando Bartelemy) por haber suspendido un operativo listo para rescatar a las víctimas y dar con los asesinos, conociendo que se trataba de narcotraficantes”. Así relataba el diario “Hoy” las primeras conclusiones de los parlamentarios, el 4 de octubre de 1986.
La investigación estableció diversas responsabilidades de militares, policías y miembros del Gobierno de Víctor Paz Estenssoro por encubrir el incidente en Caparú. Sin embargo, nadie fue procesado. Peor aún, dos meses después de la masacre en Huanchaca, Edmundo Salazar, el diputado que presidía la comisión investigadora, fue asesinado.
“Las mafias del narcotráfico parecen infranqueables”, había declarado horas antes de recibir cuatro balazos en la puerta de su casa.
BANZER Y LA HISTORIA DE HUANCHACA
¿Quiénes iniciaron Huanchaca? Cosas del destino, dos inversores alemanes en 1912 construyeron en la zona una barraca gomera en el afán de aprovechar el auge del caucho. Recordaron el nombre de célebres minas de plata en el Pacífico y la llamaron Compañía “Huanchaca”. Probablemente ignoraban que aquel nombre quechua significa “puente de penas”, todo un lúgubre presagio. Luego, durante más de seis décadas, permaneció abandonada y transitada apenas por miembros del pueblo guarasugwe (1).
Fue entonces cuando empezó la historia de aquella mega narcofábrica. El país vivía bajo la dictadura de Hugo Banzer Suárez, el primer gobierno boliviano identificado por tener sólidos nexos con el narcotráfico. Solamente que en esos tiempos la “guerra contra las drogas” no había empezado y primaba la Guerra Fría y la “lucha contra el comunismo”.
Durante aquel Gobierno la producción de coca destinada a la cocaína creció de 6.800 toneladas a 16.817, vale decir, 247 por ciento, materia suficiente para 62 toneladas de cocaína.
Decenas de autoridades y personalidades influyentes del esquema banzerista devinieron en destacados narcotraficantes. Varios de sus allegados, incluidos su yerno, Luis Alberto Valle, su esposa, Yolanda Prada, y su primo, Guillermo Bánzer, fueron descubiertos en actividades narco (2). En el complemento de aquella tiranía, el “Delfín” de Bánzer, Juan Pereda Asbún, duró cuatro meses en el poder. A Pereda, mientras fungía como Ministro de Gobierno, el destino lo acercó a un futuro narcoemblema. En agosto de 1976, Bánzer le regaló 7.200 hectáreas en el noreste cruceño (3). La zona que el dictador obsequió a su “Delfín” fue precisamente Huanchaca.
Cuatro años más tarde surgió un narcoescándalo sostenido. Tras cuatro presidencias fugaces llegó al poder Luis García Meza. EE.UU. no reconoció a este Gobierno que apenas escondía su evidente relación con narcotraficanes, nazis y hampones. Sin embargo, lo que precipitó su caracterización como narcodictadura constituyó un escándalo internacional gestado en un programa de televisión. El 1 de marzo de 1981, el hombre fuerte y Ministro de Gobierno de aquel régimen, Luis Arce Gómez, cayó en desgracia. Fue calificado como el "ministro de la cocaína" por el célebre periodista estadounidense Mike Wallace.
En el programa "60 Minutos", Wallace presentó un documental sobre los vínculos de Arce con las mafias de la droga. Además, el reportaje destacaba la participación en esas actividades de otros miembros de la dictadura, entre ellos el Ministro de Educación, Coronel Ariel Coca Aguirre. Coca era también propietario de tierras obsequiadas por Bánzer cuatro años antes, en la zona de Huanchaca.
El reportaje contenía imágenes, investigaciones oficiales e incluso una entrevista con Arce Gómez. Se sumaba a una serie de trabajos como los de Newsweek en EEUU, Veja en Brasil, Marca en Perú y Der Spiegel en Alemania (4).
La narcofama precipitó al régimen. El hoy reo Luis García Meza, pese a que había anunciado que gobernaría 20 años, renunció el 2 de agosto de 1981.
UNA NARCODICTADURA PARA LA CIA
Sin embargo y curiosamente, las narcodictaduras bolivianas no sólo generaron desafectos e indignación en las esferas del poder estadounidense. Narcogenerales y narcocoroneles no resultaron precisamente marginados y despreciados por los poderosos de la primera potencia mundial.
Durante su dictadura, Bánzer era elogiado por su colaboración con los gobiernos republicanos de Richard Nixon y Gerald Ford, aunque con matices.
“El presidente Bánzer – dice un informe al Secretario de Estado Henry Kissinger- es del área de Santa Cruz y fue apoyado en su movimiento revolucionario de 1971 por intereses políticos y económicos en Santa Cruz. Como tal, tiene obligaciones con este grupo, particularmente desde que ha indicado repetidamente que volvería a vivir en Santa Cruz luego de su alejamiento de la Presidencia... Éste es un punto importante ya que mucha gente cree que Santa Cruz es el centro para el tráfico de cocaína”. Se trata de uno de los párrafos de un documento confidencial desclasificado 25 años después en EEUU (5).
Y, claro, Juan Pereda Asbún y Ariel Coca también gozaron de amores y desamores en EE.UU. Ambos, por ejemplo, cedieron sus tierras en Huanchaca a la empresa estadounidense Nuevo Mundo Ltda. Los propietarios de la empresa eran Ronald Bruce Lindemberg y Stephen Green Youngman. En realidad se dedicaban al narcotráfico. Dos de los hijos de Lindemberg fueron arrestados por ese delito en 1980 y a él se le confiscó una avioneta que trasladaba cocaína valuada en cerca de 500 mil dólares (6).
Pereda, con el tiempo, pasó a una vida discreta. Reapareció ante los medios el 17 de agosto de 2010 en Santa Cruz. Tras un escándalo en vía pública, se supo que sufría de severa adicción a la cocaína (7). Murió en noviembre de 2012. Coca, pese a que la DEA le confiscó avionetas con droga, también pasó a una vida de terrateniente relativamente discreta. Reapareció en 1986, sorprendentemente como colaborador de la DEA en pesquisas sobre la gran fábrica de droga, ubicada en la zona de Huanchaca (8).
HUANCHACA, NICARAGUA E IRÁN
Sin duda, la figura de Ariel Coca marca la etapa de mayor intensidad en la relación odio – amor que las dictaduras bolivianas tuvieron con EE.UU. El Gobierno de García Meza y Arce Gómez mereció una guerra abierta desde la prensa y el Gobierno estadounidense, pero tuvo una singular contraparte: una intensa relación con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la ultraderecha del Partido Republicano y la dictadura militar argentina. Los militares argentinos eran por entonces los principales aliados de los servicios de inteligencia y la ultraderecha estadounidenses en Latinoamérica. Fueron el Gobierno que más colaboró a García Meza.
Esa sociedad tuvo efectos globales. La narcodictadura quería eternizarse en el poder gracias a la economía de la droga. La CIA, la ultraderecha republicana y los argentinos buscaban resolver una difícil ecuación: ¿cómo sostener la guerrilla de la “Contra” nicaragüense en Centroamérica sin fuentes de financiamiento oficiales? La fórmula resultó inmediata: producir cocaína en Bolivia, venderla masivamente en EE.UU. y usar buena parte de las ganancias en la compra de armas para los “contras”. El negocio luego se ampliaría a la venta encubierta de armas a Irán para usar esos fondos en la compra de cocaína.
El golpe de García Meza es considerado en Bolivia el último manotazo de las dictaduras. Paradójicamente, a nivel internacional, se convirtió en el “big bang” de una nueva era de operaciones encubiertas. La CIA juntó a varios de sus conocidos. Los criminales nazis Klaus Barbie (quien trabajó para la CIA desde 1945) y Otto Skorzeny, devenido en traficante de armas, articularon la estrategia. Diversas versiones aseguran que operadores diplomáticos y políticos de EE.UU. como Jesús Rodríguez, David Greenly y Manuel Rocha supervisaban su funcionamiento. El teniente coronel Oliver North encabezaba todo el megaoperativo.
Mientras tanto, grupos de paramilitares y los militares más comprometidos con García Meza marcaban literalmente a fuego las rutas de exportación de droga. El plan concentraba sus contactos con los narcotraficantes Roberto Suárez Gómez, “el padrino” y, su sobrino Jorge Roca Suárez, alias “el techo de paja”. Suárez trabajaba con el cártel de Medellín al que remitía pasta base. Roca optó por la producción completa propia y la ruta del Golfo de México.
Poco a poco, Roca concentró el negocio y Suárez Gómez entró en desgracia.
El “techo de paja” logró instalar la mayor fábrica de droga de la que hasta entonces se haya tenido memoria. La instalación, una ciudadela capaz de producir 1,5 toneladas de droga semanales, funcionaba en la planicie de Huanchaca (9).
Cinco años más tarde, en 1984, el derribo de un narcoavión en Nicaragua develó el escándalo “Contras”. Coincidentemente, el propio Mike Wallace, en “60 Minutos” amplificó la denuncia (10). El peso de aquella crisis llegó en los años venideros a frenar una candidatura a la presidencia en EE.UU., la de Oliver North.
DOBLE CRISIS EN BOLIVIA
En septiembre de 1986 el desaprensivo y trágico viaje de Kempff Mercado y sus colaboradores elevó aquella crisis a niveles sin precedentes dentro y fuera de Bolivia.
El presidente Víctor Paz Estenssoro apenas cumplía trece meses del nuevo mandato y el embajador de EE.UU., Edward Morgan Rowell, diez meses en su cargo. Pero la crisis fue tal que unas semanas después del caso Huanchaca, Rowell salió Bolivia, en un hecho sin precedentes. Paralelamente, y con Rowell en el ojo de la tormenta, el caso Huanchaca modificó la relación de fuerzas dentro del régimen de Paz Estenssoro.
La cima del narcoescándalo llegó cuando Rowell y el jefe de la DEA en Bolivia, Frank Macolini, llevaron el resultado de las investigaciones estadounidenses al presidente Paz Estenssoro. El Embajador llegó a Palacio Quemado con la conciliación de una ruda disputa entre los informes de la DEA y la CIA. La Agencia Central era dirigida en Bolivia por el oficial político de la Embajada David Greenly. En Palacio Quemado participaron en la cita sólo cinco personas. Junto a los ya mencionados se hallaban presentes el entonces ministro de Planeamiento, Gonzalo Sánchez de Lozada y el Secretario de la Presidencia, Juan Carlos Durán.
Los estadounidenses comunicaron a Paz Estenssoro que entre las personas involucradas en el caso se hallaba una perteneciente al círculo íntimo del Presidente. Tras releer el informe, Paz Estenssoro tomó cierta distancia y permaneció reflexivo durante varios minutos. Luego, Sánchez de Lozada comunicó a los estadounidenses: “El Presidente prevé entregar el Gobierno a una junta militar. Advierte que este informe implica una nueva interrupción de la democracia en Bolivia”.
En medio de la tensión generada por el Mandatario, Sánchez de Lozada propuso una salida concertada que, finalmente, aceptó el embajador Rowell. El nombre de la persona aludida fue eliminado del informe y Paz sorteó aquella crisis.
Sin embargo, el narcoescándalo causó una baja inesperada. Macolini, el Jefe de la DEA, hizo llegar a sus superiores en EE.UU. el dato de que Rowell había alterado el informe. Días más tarde, Rowell abandonó Bolivia sin dar mayores explicaciones. Su cargo fue ocupado interinamente por David Greenly hasta el final de la gestión (11).
LA ERA DE LOS SÁNCHEZ
Sin embargo, en el Gobierno boliviano aquella crisis pareció haber beneficiado a algunos políticos. Desde aquel diciembre de 1986, el poder que adquirieron tanto Sánchez de Lozada como Durán sólo tuvo parangón en los viejos caudillos del MNR. El primero fue tres veces candidato y dos Presidente en las siguientes cuatro elecciones. Juan Carlos Durán resultó nominado candidato emenerrista en los restantes comicios de 1997. Junto a ellos emergió un tercer operador político con amplio poder interno en esos 17 años: Carlos Sánchez Berzaín. Antes de ganar predominancia en filas del MNR, Sánchez Berzaín sólo había destacado por una singular actividad: su bufete defendió a peces gordos del narcotráfico ligados a la dictadura de Luis García Meza. En 1985 se identificó su presencia en el caso “Tauro” que afectaba a Jorge “techo de paja” Roca. Sí, el propietario de Huanchaca (12).
Aún con narcocasos ligados a sus huestes (como un narcoavión con 4,5 toneladas en 1995), los Sánchez gozaron sostenidamente de las simpatías estadounidenses. El 26 de junio de 2002, cuatro días antes de las elecciones presidenciales, en Chimoré, el entonces embajador Manuel Rocha de EE.UU., frente al presidente Jorge Quiroga, dijo: “El electorado boliviano debe considerar las consecuencias de escoger líderes de alguna manera conectados con el narcotráfico y el terrorismo”. Aludía a Evo Morales, buscando claramente favorecer la candidatura de Sánchez de Lozada. Varios autores (13) relacionan a Rocha con el escándalo Irán Contras.
Y si de acogidas y buena conducta se trata, el “techo de paja”, tras entregarse a las autoridades en 1993, fue extraditado a EE.UU. Está considerado entre los ex narcotraficantes que lograron rehabilitarse, casi todos ajenos al Cártel de Medellín. Allí estudió arquitectura y derecho en prisión. A principios del segundo gobierno de Sánchez de Lozada los bienes que se le habían incautado en Bolivia a la familia Roca Suárez, fueron devueltos (14).
A 30 años de la mayor narco crisis boliviana --no exclusivamente boliviana--, sólo dos personas resultaron purgando penas por el caso: los dos sicarios brasileños que dispararon contra la delegación científica. Hasta hoy no se sabe quién era aquel angustiante año de 1986 el influyente operador de la mega narcofábrica de Huanchaca.
"El golpe de García Meza es considerado en Bolivia el último manotazo de las dictaduras. Paradójicamente, a nivel internacional, se convirtió en el “big bang” de una nueva era de operaciones encubiertas"
"La crisis fue tal que unas semanas después del caso Huanchaca, el Embajador estadounidense, Edward Morgan Rowell, salió de Bolivia en un hecho sin precedentes. Con Rowell en el ojo de la tormenta, el caso Huanchaca modificó la relación de fuerzas dentro del régimen de Paz Estenssoro"
Notas
(1) Artículo titulado “¿Y qué tiene que ver Huanchaca…?”, Jorge Alberto Landívar Cabruja, ex director de la Fundación Noel Kempff, biblioteca del Cebem.
(2) La droga el dinero y las armas. Alaín Labrousse, responsable del Observatorio Geopolítico de las Drogas, Editorial Siglo XXI (1993).
(3) El Juicio a La Dictadura. Marcelo Quiroga Santa Cruz (Citado por Martín Sivak en El Dictador Elegido, Plural Editores (2001).
(4) El Cuartelazo, Gregorio Selser (Citado por Martín Sivak en El Dictador Elegido, Plural Editores (2001).
(5) El Dictador Elegido, Martín Sivak, Plural Editores, pag. 187 (2001).
(6) Revista Tierra Lejana, edición del 21 de junio de 1999.
(7) Red Erbol y varias agencias de prensa.
(8) La Guerra de la Coca, Róger Cortez, FLACSO CID, pag. 48 (1992)
Cocaine Import Agency.
(9) Narcos, Banqueros y Criminales, Juan Salinas, pags. 33 -40 (2005).
(10) Salinas, como otros autores, compilan los datos del escándalo Irán – Contras que fue investigado por una comisión del Congreso, encabezada por el senador John Kerry. Kerry fue candidato a la Presidencia de EE.UU. en 2004 y es actual Secretario de Estado.
(11) Testimonio de Ramiro Paz Cerruto, Economista, asesor de Naciones Unidas, ex subdirector del Periódico HOY e hijo del presidente Paz Estenssoro *
(12) El Juguete Rabioso, artículos de Fernando Esquivel y Wilson García Mérida, (octubre de 2003).
(13) Narcos, Banqueros y Criminales, Juan Salinas, pags. 33 -40 (2005).
(14) Vuelve el represor de cocaleros, Red Voltaire, Wilson García Mérida (01-10-2002).