La llajta: Un viaje a la esencia de Cochabamba en sus 215 años
En el marco de la celebración de los 215 años de la gesta libertaria de Cochabamba, en el nuevo episodio del Pódcast de Los Tiempos, se busca conocer la esencia del “ser cochabambino”. En una conversación con la antropóloga Esther Balboa, en esta edición se explora las raíces históricas, geográficas y, sobre todo, lingüísticas que moldearon la identidad del departamento.
La experta sostiene que, para entender al cochabambino, primero se debe entender su territorio o centro donde todo confluye. Desde su propio nombre quechua, que significa lugar donde se reúnen las aguas, Cochabamba siempre desempeñó un rol central en la articulación de Sudamérica, subraya. Además, su ubicación fue un punto clave de bifurcación en el Qhapaq Ñan, la gran ruta de los incas que conectaba el norte y el sur del continente.
Un Centro Forjado por el Agua y el Comercio
“Donde hay agua, decimos hay vida y donde hay agua, hay agricultura y donde hay agricultura, hay comida para los seres humanos”, explica Balboa. Esta abundancia de recursos hídricos y tierras productivas la convirtieron desde tiempos antiguos en el “granero de Bolivia” y en un polo de atracción para los incas y para los conquistadores españoles, explica.
Añade que un rasgo distintivo de la colonia en la Llajta fue el asentamiento de grandes comerciantes, muchos de ellos de origen judío sefardí. Estos hombres, buscando oportunidades de negocio en la región, prefirieron el potencial comercial y agrícola de Cochabamba por sobre el epicentro minero de Potosí o Sucre.
Esta vocación comercial -señala- sumada a la introducción de especies europeas sembró las bases de una simbiosis cultural única, donde convivían diversas etnias locales, como los aymaras en el norte de la ciudad, con la alta aristocracia española.
Norte y Sur: La Herencia Española en la Estructura Social
La mentalidad española de la época importó una estricta división social que marcó la geografía urbana de Cochabamba durante siglos, subraya Balboa. En ese entonces, se estableció una clara separación entre el norte y el sur, una herencia de la cosmovisión europea que diferenciaba la “ciudad real” de la “comarca” o el campo, explica.
Por ejemplo, en Cochabamba, “el norte era rico, poderoso, influyente, aristocrático y el sur no lo era, era campesino de de clase baja, etcétera”, dice. Esta división era tan real que existían límites físicos, como el arco de la Alameda, que las personas del sur no podían cruzar hacia el norte. Esta separación, que se manifestaba incluso en la celebración de festividades como los carnavales, no era tanto económica, sino una distinción de castas y clases sociales heredada de la colonia, menciona.
El Idioma que Moldeó el Habla Local
Uno de los pilares de la identidad cochabambina es su particular relación con el quechua y, contrario a la creencia popular de que fue un idioma relegado, Balboa aclara que “Cochabamba se caracterizó siempre por hablar el quechua desde tiempos de la colonia y era respetado y respetable hablar en quechua”.
Detalló que los colonizadores españoles aprendieron y promovieron el quechua por dos razones: por un lado, era una herramienta indispensable para la evangelización, cumpliendo un mandato del Papa ; y, por otro, la Corona Española lo reconoció, junto al náhuatl de México, como un “idioma real”, una lengua oficial de uno de los dos grandes reinos que encontraron en América.
Esto permitió que el idioma no solo sobreviviera, sino que influyera en el castellano local, llegando incluso a dominarlo, comparte sobre este tema. “El quechua es un idioma que se impone al castellano” , afirma Balboa, debido a su naturaleza directa y su capacidad de expresar conceptos de forma concisa.
Sin embargo, la discriminación en la Cochabamba de antaño, señala la experta, era principalmente por la lengua. “No tanto por la alcurnia, no tanto por el acceso a lo material, porque había gente muy rica en los valles que poseía, por ejemplo, trigo maíz que llevaban a las minas, pero si no sabías leer y escribir en castellano, eras despreciado totalmente”, señala. Por tanto, el acceso a la lengua castellana, a través de la educación, era el verdadero factor de ascenso social.
El Carácter Cochabambino
La tesis de Balboa es que “el quechua es un idioma comercial. Es un idioma de negociación”. Por lo que, esta esencia negociadora se traslada al castellano que se habla en la región y explica la marcada tendencia a usar diminutivos como “aquisito” o “un ratito”, menciona. No es solo una muestra de amabilidad, sino una herramienta social para “apaciguar el tema, no ser tan imperativos”, una forma de suavizar las interacciones para llegar a un acuerdo, añade.
Esteo se complementa con el sentido de comunidad y familia, que sigue siendo el núcleo de la vida social en los cochabambinos, destaca. “El cochabambino los fines de semana, su forma de divertirse es en comunidad”, ya sea en casa o saliendo a comer fuera, dice.
El cochabambino, viajero por naturaleza, también lleva consigo sus tradiciones y su esencia, pero siempre mantiene un fuerte vínculo con su tierra, protagonizando un “eterno retorno”.
Al final, es esta capacidad de acoger al forastero, negociar y vivir en comunidad lo que define el corazón de la llajta. ¿Quieres saber más sobre la esencia del cochabambino? Te invitamos a ver la entrevista completa en el canal de YouTube de Los Tiempos.
Nacimiento del “Quechuañol”
La fusión del quechua y el castellano en el valle dio origen a lo que la Balboa denomina el “quechuañol”, un idioma híbrido con características únicas.
Este nuevo lenguaje posee una “armonía lingüística” que lo hace más musical y expresivo, señala. Un ejemplo claro es la transformación del diminutivo quechua “wawa-cha” (niñito) al más dulce “wawita”, que incorpora la terminación “-ita” del castellano. “Sobre todo, en Cochabamba, hemos creado el quechuañol”, destaca.