“El amor fuera de San Valentín…”
Primer acto: tos seca, agitación llamativa, cansancio desmedido, ojos tristes…algo pasa. Consultas por aquí y por allá, diagnóstico final, problema cardíaco que aseguraba justamente el final en algún tiempo. Tiempo que la esperanza nos decía puede ser largo, la ciencia siempre en pugna insinuaba que era corto.
Segundo acto: lágrimas inciertas, vamos a hacer lo que esté a nuestro alcance, no debe ser cierto, dudas constantes y observación permanente. Uno que otro recuerdo de opiniones que en su momento no eran relevantes.
Tercer acto: insomnio, cansancio, anorexia, súplica de no me vean así y quédense con el mejor recuerdo de lo que fui (alegría, felicidad y ocurrencias constantes).
Cuarto acto: entierro con la ropa favorita, todos los juguetes, maleta, casita y disfraces. Es que era todo un personaje, una leyenda de 3.200 gr, 43 cm, mucho pelo y cuatro patas.
Quinto acto: ¡reflexión…zas! Pablo en mi mente con su concepto de amor, concepto muy elaborado, muy profundo, poco digerible “el amor es sufrido” (1 Cor. 13) y claro, volví a entender que amar duele. Nos dolía el alma, nos dolían los recuerdos, nos dolía el silencio.
Sexto acto: llega el día de San Valentín, sacerdote que en el siglo III en Roma decidió celebrar matrimonios para jóvenes enamorados y que Claudio los había prohibido porque los quería sin lazos sentimentales para que estén libres para la guerra. Al enterarse, mandó a matarlo y desde entonces, se designó el 14 de febrero como día del amor, donde tarjetas, desayunos, flores y palabras suaves van y vienen que, por supuesto, en la mayoría de los casos no es siempre habitual ver esto el resto del año entre los enamorados, novios o matrimonios. Y qué ideal sería que así lo fuera.
Felipe Simón Alonzo como cualquier otro perro sin historia aprendida, sin cultura, sin preguntarse ni responderse nada, en completa ignorancia cumplía su misión de vida….dar amor sin conocer el concepto escrito y sin esperar una fecha exacta. Lo que me lleva a preguntar, ¿podría ser la mía también? ¿Podría ser la tuya también? Tal vez.
Pienso que al celebrar San Valentín nos portamos reduccionistas (sin ofender a nadie). El amor es lo más importante en la vida de todo ser humano, el amor está encima de la fe y de la esperanza. El amor logra que nuestras acciones y dones sean útiles. El amor hace que pensemos en el otro antes que en nosotros. Pensar en nosotros responde a una inclinación natural, pensar en el otro es sobrenatural y eso solo viene de Dios.
Pienso en la magnificencia de la creación…un ave en pleno vuelo, un árbol engrosado cuyo tronco relata sus años o un perro que ve en blanco y negro, cómo todo eso nos acerca, nos recuerda, nos enseña acerca del mayor sentimiento que rige la humanidad….el amor que nos hace sentir que volamos como las aves, que nos marca los años en las expresiones y que nos hace ver la vida a colores.
Acto final-moraleja: Felipe Simón Alonzo (nuestra mascota) llegó a nuestra vida inesperadamente, nos regaló siete años de risas, aprendizajes, enseñanzas y muchas historias. Historias que me enseñaron que la criatura y el Creador hacen de la vida una canción. Canción que versa que el amor es más que un bombón.
Ah! y Pablo no solo pensaba que el amor es sufrido, también dice que es benigno, que no tiene envidia, que no es jactancioso, que no se envanece, que no hace nada indebido, que no busca lo suyo, que no se irrita, que no guarda rencor, que no se goza de la injusticia y que se goza de la verdad….este es el amor fuera de San Valentín.