La no respuesta es una respuesta
En el 2015 escribí una columna que titulé “Cuando el silencio habla”, en ese entonces, reflexionaba sobre el poder del silencio y las palabras que emitía en los distintos lugares que lo hacíamos presente.
Decía que “el silencio dependiendo el contexto es interpretado de distintas maneras; el término usado dentro de un hospital no es el mismo que el que se entiende en la cárcel, en un claustro, en la música, en la Biblia o en la familia. Es así que, un padre en silencio denota un mensaje diferente a una madre en silencio, el silencio de un abuelo no es el mismo que el de un nieto, mi silencio no es el mismo que el silencio de Dios…..los mensajes, las interpretaciones, las expresiones…en fin…el silencio para cada uno de nosotros cobra vida propia…”.
Hoy, después de siete años, retomo el tema empero de otra perspectiva, comparto algunas ideas que se vienen a mi mente reflexionando sobre el rol que desempeña el silencio en las relaciones personales.
Es así que cuando formulamos preguntas esperamos respuestas, estamos acostumbrados a recibirlas o darlas; sin embargo, pocas veces pensamos que la falta de respuesta ES en sí misma una respuesta.
Repasemos cuando nos presentamos a un trabajo y no nos dicen “aceptado o denegado”, cuando declaramos nuestro amor y jamás escuchamos el ¡Sí!, cuando pedimos perdón y no lo manifiestan como recibido o cuando prestamos dinero a un amigo y nunca más escuchamos su voz. En esos casos, aunque duela aceptar, debemos darnos cuenta de que el silencio es la respuesta, tal vez no la esperada pero sí la acertada, pues él está confirmando a gritos que no te contrataron, tu amor no es correspondido, el perdón ofrecido no ha sido aceptado o que no solo perdiste el dinero sino también al amigo.
Pero, queridos lectores, no quiero enemistarlos con el silencio porque a veces también es una buena respuesta, incluso puede llegar a ser la mejor respuesta cuando sientes que no tienes nada importante que decir –pensemos en la prueba del triple filtro de Sócrates: ¿si no es verdad, si no es bueno o si no es útil para qué decirlo? –. En otros casos, el silencio es la mejor arma para frenar una discusión que va aumentando de tono; Aristóteles lo advirtió:
“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.” La “no respuesta” en estos casos, es la respuesta correcta.
En otros casos, la “no respuesta como respuesta” se la obtiene porque sencillamente no se hizo la pregunta adecuada o esperada. Me acuerdo la historia de una joven y linda cliente que me dijo “le prometo licenciada que la respuesta era ¡sí!, pero él nunca me hizo la pregunta”.
Existen casos donde preguntamos o nos preguntan, ¿por qué hiciste eso? ¿Qué pasaba por tu cabeza? ¿Cómo pudiste decirlo?....el abstenernos de responder a esas preguntas, ese silencio al no tener respuestas es muestra clara de que te has tomado el tiempo para reflexionar sobre ese asunto, anhelas no repetir el error o simplemente lo puedes tomar como lección aprendida. La no respuesta es una respuesta, ¿o no?
La no respuesta es una respuesta a la mayoría de las preguntas que las personas nos hacemos sobre los sentimientos de los demás. No todo en la vida tiene respuestas, las no respuestas forman parte de la aceptación de la vida misma; la vida es compleja y los humanos y relaciones, también.