Melodías de las regiones bolivianas
En los viajes de Una Gran Nación, hemos visitado distintos paisajes, regiones y ciudades. Cada uno con sus propias características, como es típico en nuestro diverso país. Nos hemos encontrado caminando entre gigantescas hojas en el trópico, buscando un camino entre la densa vegetación. También paseamos esos estrechos senderos empedrados del corazón valluno, rodeados de trigo dorado y molles antiguos. Y por supuesto, recorrimos los fríos e impresionantes caminos del altiplano en todo su esplendor, desde las cumbres heladas hasta las aguas termales que se encuentran a los pies de gigantes. La belleza de cada lugar nos ha dejado, invariablemente, admirados.
Sin embargo, poco hemos hablado de los rasgos culturales más reconocibles y representativos de cada una de estas regiones bolivianas. Si, su comida y sus ritos han sido descritos anteriormente y son parte clave de la tradición, pero hay un rasgo esencial al que queremos prestarle atención ahora: los instrumentos musicales. En cada uno de los destinos que Una Gran Nación ha visitado, la música siempre ha sido una compañera infaltable, un punto de unión y referencia con todas las personas que encontramos. Y esa música vale no sólo por su belleza y su complejidad, sino también por su interpretación y los instrumentos con los que se tocan, que no solo nos ofrecen sus hermosas notas, sino también nos dan un vistazo y una prueba física de la historia y el desarrollo de Bolivia.
EL CHARANGO, HIJO DE LAS CUERDAS
Entre los instrumentos más conocidos y destacables está el charango, originario de la zona andina y los valles. De sonido dulce y variado, el charango es muy prominente en la música andina, infaltable en las tonadas folklóricas. Su sonido y cadencia son bien conocidos por nuestro oído y ha llegado a representar a la música nacional. Su historia es tan interesante como su sonido.
Nacido en Potosí como una evolución y adaptación de la mandolina o la guitarra española, el charango originalmente se construía con el caparazón del quirquincho, costumbre que no se mantiene hasta hoy dado que este pequeño armadillo boliviano se encuentra en peligro de extinción. Sin embargo, el uso de la madera para su caja de resonancia no le quita su belleza y dulzura. La relación entre el charango, la cultura originaria y la colonia lo hacen un símbolo de resistencia cultural en el país, otorgándole aún más importancia a su conservación y apreciación. De esta manera, hoy el charango está protegido por la ley Nº 1301 del 17 de junio de 2020, que busca la protección, promoción y difusión de este instrumento como patrimonio cultural de Bolivia.
LA QUENA, REINA DEL ALTIPLANO
Un instrumento de viento, de notas melódicas y dulces, la quena es uno de los instrumentos más antiguos de Latinoamérica. Su nombre viene de la voz quechua “kena”, “khoana” o “kjena” y se construyen tradicionalmente con caña, hueso o madera. Sus vestigios arqueológicos e históricos nos indican que sus orígenes se remontan a la época preincaica. Su uso parece haberse extendido por los Andes durante el imperio incaico, pero se tienen datos sobre su existencia desde incluso antes: los restos arqueológicos de una quena encontrada en Chilca nos hablan sobre su producción hace seis mil años. Muy presente en la música folklórica de Bolivia, Perú y Argentina, la quena es un vestigio de las antiguas culturas que habitaron estos territorios.
Así, al escuchar las notas de esta flauta andina, estamos dando un paseo por el tiempo, escuchando melodías que resuenan en la historia durante más de seis milenios. La música producida por este instrumento es la prueba viviente de la fuerza cultural que reside en nuestra región, habiendo sobrevivido todo este tiempo para deleitarnos con su delicadeza.
EL VIOLÍN, EL PRÍNCIPE EXTRANJERO
Creado en Italia en el siglo XVI y exportado hacia Latinoamérica durante la colonia, el violín es un instrumento que ha revolucionado la música en la región. Sus orígenes europeos no han evitado que los artistas latinoamericanos lo aprovechen y lo adapten a las melodías representativas del continente. En Bolivia, el oriente y sur han aprovechado sus melodiosas cuerdas para crear verdaderas obras de arte mestizas, no sólo a nivel musical sino también físico. La producción de violines con maderas nacionales ha mantenido viva la costumbre de la música en las regiones tropicales de Bolivia, además de dar una marcada característica musical a esta región del país.
La música clásica que trajeron los jesuitas en los siglos XVII y XVIII dio paso a la creación original de los bolivianos, piezas que hasta 1970, estaban escondidas. Durante las restauraciones de las iglesias en las misiones jesuíticas, se descubrieron en Santa Ana más de 5 mil partituras originales. Así se descubrió el patrimonio perdido del barroco boliviano. El violín, protagonista de muchas de estas obras, ha llegado a representar el sonido de la región, mezclando elegantemente los sonidos europeos con la tradición y la belleza única de la música boliviana.
En estos tres ejemplos de instrumentos musicales nacionales podemos encontrar el indomable espíritu nacional, la creatividad desbordante y la importancia histórica de la música en nuestro país. Ya sean instrumentos creados en nuestra tierra, adecuados o adoptados, todos son capaces de representar la belleza artística que reside en nuestra Gran Nación.