Ser monja o sacerdote, un sueño y gran desafío para pocos jóvenes
A sus ocho años, Edward tuvo un sueño: ser sacerdote. El día que asistió a la iglesia junto a sus padres quedó impresionado con el clérigo que dirigía la misa.
“Recuerdo que miré al sacerdote entre la gente, hablándole y me dije: quiero ser como él”, relató Edward López, quien a sus 30 años es sacerdote en la parroquia Divino Maestro.
El joven asegura que llevar una vida religiosa requiere de vocación. “Un don que regala Dios”- como él lo llama.
Sin una fuerte convicción y vocación, la modernidad, los deseos de los padres, la idealización de un profesionalización y las inquietudes de un joven pueden ser obstáculos en el camino de más de ocho años de formación como religioso.
Otro camino
“Si te vas de esta casa a un convento, te olvidas de que soy tu madre”, fueron las palabras que la hermana Lita recibió, hace 23 años, cuando decidió convertirse en religiosa. Aunque el inicio de su formación religiosa no fue fácil, Lita llevó en su corazón una misión a la que nunca dio marcha atrás: el encuentro con Dios y la ayuda al prójimo.
Actualmente, los estigmas sobre la vida de una “religiosa” no han cambiado y muchos jóvenes dan un paso al costado tan sólo pensar en la idea.
En tanto, otros que deciden seguir la misión religiosa deben soportar prejuicios de su entorno y cumplir años de estudios, misiones y enseñanzas.
Motivaciones
Florencia Gonzáles decidió a sus 26 años ser religiosa. Estaba a punto de culminar la Carrera de Ingeniería de Sistemas y Programó, para ella un exitoso destino profesional. “Había planificado mi futuro, estaba todo muy calculado y me di cuenta que lo que en verdad quería eran cosas más sencillas, fáciles de alcanzar pero que significaban mucho más como ayudar a los demás, como una entrega al otro”, dijo la joven novicia uruguaya que se encuentra en su segundo año de misión en Bolivia.
Entre las razones que motivan a los jóvenes ser religiosos están la ayuda al prójimo, cumplir misiones de caridad y hospitalidad en comunidades. En tanto, deben cumplir con sus votos de castidad, obediencia y pobreza.
Carola Ledezma de 32 años lleva más de una década de servicio. Recuerda que el participar de un retiro, años atrás, en la que compartieron alimentos con niños de escasos recursos, le dio la felicidad que estaba buscando.
Dejó la carrera que estudiaba y decidió entregar su vida a Dios y hacer un “bien” a la sociedad. Hoy cumple el rol de profesora de religión en el colegio Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Su vida se centra en su comunidad religiosa y el servicio en la unidad educativa.
Las hermanas religiosas con más años de servicio manifiestan que la cantidad de jóvenes que decide tomar el “camino de Dios” se reduce cada vez más. Sin embargo, quienes la eligen tienen una vocación que trasciende con el paso de los años. “Me siento feliz de haber encontrado mi sitio, de compartir con mi comunidad”, dijo con alegría la hermana Carola.
OCHO
años de formación
Los jóvenes religiosos deben pasar por un proceso de formación de ocho años, desde aspirantes hasta cumplir servicio.
RELIGIOSOS
“No es una vida aburrida”
Jóvenes que han elegido el camino de ser religiosos, aseguran que su vida no es “aburrida”, como muchos en su entorno imaginan. “Yo misma rompí mis propios prejuicios, creía que ni siquiera había jóvenes, pero hoy que estoy aquí me alejé totalmente de esa idea y disfruto de mi vida. Soy feliz en comunidad”, comentó Florencia Gonzáles.
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OPINIONES
"Nuestra vida tiene sentido en la medida que no preguntemos para qué vinimos, yo soy feliz entregando mi vida a Dios, con mi comunidad.
Carola Ledezma
Hermana de la Comunidad Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús
“La vocación es un misterio que cada día te va naciendo en el corazón, es un regalo, un llamado de Dios que se va sintiendo sin explicación alguna”.
Edward López
Padre Parroquia
Divino Maestro
