Monasterio recupera el vino artesanal
Antes de que el vino sea consagrado en los ritos religiosos del Monasterio de la Inmaculada Concepción, en Pandoja, Quillacollo, sigue un minucioso proceso de elaboración artesanal. La uva se cultiva en un huerto y se cosecha manualmente. Después del éxito alcanzado con la primera producción, las religiosas optaron por ofrecer está bebida al público.
Con la producción, las religiosas cubren su consumo interno y el de otras congregaciones que están ubicadas en La Paz y Beni.
La religiosa Sor María de Jesús está encargada del huerto desde hace una década, cuando trajo las plantas de uva española desde Tarija, al sur del país. Afirma que las cuida con el amor de Dios, la creación y su pasión por las plantas.
Las uvas moscatel son “Negritas azabaches, jugosas y dulces”, por siglos se han usado sus 200 variedades para producir vino en el mundo. Las religiosas elaboran, además de vino, mermelada, pasas y refrescos.
El huerto del monasterio tiene siete hileras con más de 120 plantas de un metro de alto.
Las hermanas cultivan en este lugar del valle bajo de Cochabamba tres variedades: negra (moscatel de Hamburgo) y blanca (muscat ottonel), además, de la rosada. (moscato rosa del Trentino). Las dos últimas recién y en poca cantidad.
El viñedo perfuma el huerto con una aroma floral, produce al menos 100 cajas de uvas aterciopeladas, cada una de 20 kilos. La cosecha suele terminar en a fines de febrero.
Mientras la religiosa corta cada uno de los racimos de uva, escondidos detrás de las hojas, cuenta que la producción “bendita” se comparte con “bienhechores”, amistades, religiosos, capellanes y vecinos.
La Madre Superiora de la congregación, Sor Natividad, informó que el resto es destinado a la elaboración de vino, mermelada y refresco.
“Hasta ahora no hemos vendido casi nada, todo lo compartimos”, expresó. Sin embargo, las personas interesadas en estos productos pueden hacer sus pedidos al teléfono 4262316.
A pesar de no contar con una bodega, Sor María de Jesús se dio formas para hacer el vino.
Primero, acopia las uvas en un balde, las exprime con las manos o con una botella. Luego separa la cascara del jugo con cedazos.
Después, mezcla el mosto o jugo con azúcar para que fermenten por 15 días. “Cuando empieza a oler rico y dulce, está en su punto”, indicó.
El monasterio elabora seis botellas de Dama Juanas sólo para su consumo interno en misas y ritos religiosos.
“A la gente que prueba este vino le gusta. Dicen: está bueno, muy rico. Es artesanal, sólo está hecho con las manos. La uva es dulce y bastante jugosa, el vino es purito”, añade.
Las Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, Clarisas y Capuchinas son las congregaciones que producen vino de misa.
Hostias
Las religiosas del claustro, también son conocidas como una de las congregaciones más importantes en la producción de “hostias pan” de Cochabamba. Sor Concepción, encargada de su elaboración, cuenta que por año producen un promedio de 900.000 hostias.
Las piezas son enviadas a Potosí, El Alto y Rurrenabaque en el Beni. En la ciudad son distribuidas al Arzobispado y la librería Verbo Divino. También producen rosarios y cadenas de matrimonio con jazmín.
La vicaria Sor María de La Paz expresa que la demanda de las hostias incrementó.